miguel-soto.jpg

Muchas huchas

25/02/2024
 Actualizado a 25/02/2024
Guardar

No sé si el mitológico Brian Eno de melena rubia de 1972 lo hacía y tampoco sé si un referente contemporáneo de bigote negro como Rodrigo Cuevas lo hará, pero yo he destinado tradicionalmente las monedas de cobre que acumulo en un cuenco de barro a cafés de ‘vending’ y parquímetros. Y me ha venido sucediendo en estos últimos tiempos desde que aquellas máquinas aceptan tarjetas que ya nunca me acuerdo de acarrear algo para tener a mano el cobre para pulir y entonces el vil metal (porque de noble solo tiene el baño, no porque se merezca nuestro desprecio) ha seguido amontonándose hasta desbordar el cuenco como si fuese lava de un Timanfaya rugiente. 

Como no me puedo permitir que tanta moneda se haga fuerte y comience a reverdecer, que la salud es lo primero, tuve que pensar un método de consumo. Además me parece fiscalmente acertado gastar todos esos cuartos. Tenía que buscar una solución que me permitiese acordarme de hacerlo. Lo de embutirlas en esos cilindrines para llevarlas a cambiar al banco requería demasiada paciencia y disposición, no me sobran. Pero algo me llevó a la solución. 

Un patatús. Uno que me dio el otro día al ver una raja vertical kilométrica y peloforrada (que no era la de Rodrigo Cuevas cuando, como dice, se sube a la barra de un bar –pon en Rodiezmo– y se baja un poquito el pantaca para enseñar coquetamente cachete). A mí se me van los ojos a esas cosas, siempre, porque soy un mirón. Y me sentó fatal ver el rajoncio aquel. Me dejó como si me hubieran hecho un corte de mangas violento e inesperado. 

En el proceso cognitivo complejo que lleva del shock a hacer de la necesidad virtud di con un método de desaparición de céntimos. Determiné que lo que voy a hacer a partir de ahora es cargar los bolsillos siempre con un puñado de monedas de uno, dos y cinco para tenerlas siempre disponibles cuando otra hucha horrenda sobrevenga ante mi presencia y mirada. Y entonces descargaré ahí el quintal de cobre, haré puntería con saña. Seguro que no tarda en pasar, porque si algo campa impune por ahí son muchas huchas. 

Lo más leído