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Movilidad sostenible

07/06/2025
 Actualizado a 07/06/2025
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Cuando estaba embarazada, de pronto veía a muchas más mujeres embarazadas a mi alrededor. Los humanos tendemos a invisibilizar las situaciones especiales hasta que las vivimos en carne propia. Somos así, egoístas por naturaleza.

Ahora que sufro de un dolor de rodilla paralizante provocado por un brote severo de artrosis de origen genético, ahora que no puedo caminar apenas y los pasos que doy son con la ayuda de un bastón de senderismo, me doy cuenta del sufrimiento y los problemas derivados que suelen acarrear las minusvalías, aunque estas sean temporales, pues en mi caso, a finales de octubre (diez meses después del brote), me infiltrarán ácido hialurónico y creo yo que podré volver al ruedo.

Las peatonalizaciones embellecen las ciudades y los pueblos, además de reducir la contaminación. Y lo que es bueno para una mayoría de la población debe respetarse. Pero estas áreas de paseo sin tráfico rodado dejan en la estacada a muchísimos ciudadanos que se ven abocados a no pisar ciertas zonas, a las que no pueden ser llevados en coche y si se ven en la obligación de acceder a ellas solamente pueden hacerlo pidiendo un taxi.

Con esto quiero decir que existe una discriminación por movilidad causada tanto por las peatonalizaciones como por las zonas de bajas emisiones en algunos municipios. Si además de sufrir una enfermedad que te impida caminar, tu coche no tiene etiqueta medioambiental y no puedes comprar un eléctrico, acabarás por no pisar el centro y el casco histórico.

No hay igualdad de condiciones, no se respeta el derecho a la libre circulación. Y las soluciones no son fáciles. Quizás los diferentes gobiernos (local, regional, central) deberían plantear algún tipo de ayuda a quienes no podemos visitar ciertos lugares. Tal vez destinar partidas económicas para que taxis trasladen a los ciudadanos que no puedan valerse por sus propios medios. Confinarnos al extrarradio no puede ser una opción.

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