Cuando se partía España, la vez anterior, no la última, la otra; vino a vernos a la ruralidad un señor de los encabezaos del Senado para recordarnos que España se rompe. Mira que son ganas de hacer kilómetros a lo tonto con la gasolina nuestra para semejante patá; pero el caso es que vino, en un coche grande, que no se le veía por los cristales hasta que salió por la puerta de atrás, que nos llamó la atención porque en el asiento de adelante no venía nadie.
Que no le parezca mal al encabezao si lo digo pero cuando vimos salir de un coche tan grande a un paisano tan pequeño no faltó el que empezó a maliciar maldades con la presentación del alcalde presidente, que tiró de papel escrito a máquina: «Viene a nuestro humilde pueblo, desde la más alta institución del Estado...».
– El más bajo que tenían; malició Mesiapraos, que para el cabronicio está dotado de una muy muy completa formación, hasta el punto que muchas veces le piden:«matiza tú».
Y matiza.
Bueno, pues cuando Serafín el de Lavandera le explicó que no se preocupara, que si España se rompe no es por este lado, entramos ya en la materia de lo nuestro, la furfuga de siempre cuando nos visitan las altas autoridades en coches grandes: «¿Usted sabe si tienen pensado hacer algo aquí, no mucho, no se revienten, poca cosa».
– Pues sí, querido vecino y amigo (cuando dijo amigo Serafín torció el morro pero aguantó la postura). Aquí y ahora te digo que vamos a realizar una gran inversión en el tren.
– Pero muy grande, porque pasa a veinte kilómetros y la peña de las Hoces ya le digo yo que está dura.
– Ay, hombre de Dios (cuando dijo ‘de Dios’ Serafín torció el morro pero aguantó la postura), usted no se imagina lo que hacen hoy en día los ingenieros.
Y marchó en el asiento de atrás. Hace tanto tiempo que los rapaces de ahora cuando le escuchan a Serafín decir lo de «mira que están duras las Hoces»pues no le entienden.
Y la Alta Institución... creo que menos todavía.