En una entrevista realizada hace años a Luis Mateo Díez con motivo de la presentación de su libro, ‘La ruina del cielo’, a la pregunta: –¿Encuentras alguna afinidad entre tu obra y la de Miguel Torga? El escritor lacianiego respondió: – Nada me gustaría más que la hubiese. Soy un gran admirador de Torga. Todavía más del narrador, y más aún del Torga de los cuentos que el Torga de los diarios. Es un escritor excelente.
En su libro ‘Trás-os-Montes, un viaje portugués’, Otro escritor leonés, Julio Llamazares, llega a São Martinho de Anta y abre capítulo bajo el título ‘La casa de Miguel Torga’. Julio conecta bien con Torga porque son personalidades paralelas: escritores enemigos de pompas y celebridades (Torga era extraordinariamente reacio a conceder entrevistas). El viajero busca la tumba de Torga en el cementerio y le rinde homenaje con versos del propio escritor trasmontano.
A estos testimonios añado una confesión que me hizo en el Instituto ‘Torres de Villarroel’ de Salamanca el escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester, quien, además de magnífico novelista y excelente conferenciante, tenía las ‘pestañas quemadas’ por su mucha brega haciendo crítica literaria. Al comentarle mi opción profesional y académica por la lengua y la literatura portuguesa, como lusista, lusófilo y lusólogo, me confesó que el gran referente de la literatura portuguesa contemporánea, incluso mundial, era entonces para él Miguel Torga, sobre el que no escatimaba elogios.
Miguel Torga (1907-1995), seudónimo de Adolfo Correia da Rocha, además de médico de profesión en Coimbra, fue un escritor portugués, poeta, novelista, cuentista y articulista. Especialmente destacan sus ‘Diarios’ y un largo libro de memorias titulado ‘A criação do mundo’.
Antes de la primera visita de Miguel Torga a León, el 9 de septiembre de 1951, de la que dejó constancia por escrito en uno de sus ‘Diários’, quien fue profesora de Filología Románica en la Complutense y catedrática de Lengua y Literatura Portuguesa de la Universidad de Salamanca y de la de Santiago de Compostela, Pilar Vázquez Cuesta, había ofrecido en 1949 una pequeña muestra en versión española de los ‘Poemas Ibéricos’ de Torga en la revista leonesa ‘Espadaña’.
En su excursión a través de los versos, el Torga viajero atraviesa la frontera por Ciudad Rodrigo, se detiene en Salamanca y Ávila y sube hasta Zamora y Valladolid. Aunque en su mayor parte discurra por el antiguo reino de León, no se oirá ni una sola vez la pronunciación de esta palabra, y sí, reiteradamente, la de Castilla. ¿Coincide Torga con la opinión de su tocayo y admirado Miguel de Unamuno? Sabido es que el escritor vasco dejó escrito en ‘Andanzas y visiones españolas’, fechado en Salamanca en 1913: «Hace pocos días he visitado por quinta vez la regia ciudad de León, cabeza del reino que unido a Castilla formaron el esqueleto de España. Por algo dice el pareado ‘A Castilla y a León / nuevo mundo dio Colón’. Y tan íntima y fuerte fue la unión de ambos reinos, que los leoneses no tienen empacho alguno en llamarse y dejarse llamar castellanos». No creo que éste hubiese sido el parecer de Unamuno si hubiera pervivido en el contubernio autonómico castellano-leonés. Como también hubo de cambiar de parecer respecto al alzamiento militar de 1936, en principio aprobado e inmediatamente rechazado («Venceréis, pero convenceréis»). Tampoco creo que tal consustancialidad autonómica fuese aceptada por Torga en aquel momento, a juzgar por lo que dice de su visita a León a mediados del siglo XX.
(Continuará)