18/02/2024
 Actualizado a 18/02/2024
Guardar

Como onomatopeya ‘miau’ es referencia al «habla» del gato, un sustantivo procedente del latín tardío de origen incierto ‘cattus’ alusivo a los gatos salvajes, mientras que ‘felis’ es la denominación latina de los gatos domésticos. 

Por su agilidad, fortaleza y caer sobre sus patas se dice popularmente que los gatos tienen siete vidas, aunque en Gran Bretaña se les otorgue nueve, por esa su singular cualidad contrapuesta de los anglosajones, además de su particularidad en las medidas de longitud y de peso.    

Desde la antigüedad los gatos están asociados a distintas creencias. En el antiguo Egipto eran venerados y considerados guardianes, atribuyéndoseles propiedades místicas. Pero esa peculiaridad positiva de los gatos se truncó negativa durante la Edad Media. En el transcurso medieval surgieron supersticiones en torno a ellos, especialmente los de piel negra, vinculándolos a la brujería y al diablo. 

En el Siglo de Oro se usaban bolsas hechas de piel de gato para guardar el dinero, que acabaron llamándose «gatos», de ahí la expresión «aquí hay gato encerrado», con el significado de un tesoro o secreto oculto a la mirada.

Incidiendo en el capítulo de expresiones en las que los gatos son protagonistas, aunque en los felinos haya grandes nadadores, es característico de los gatos domésticos su pánico al agua ya que, por lo general, huyen de cualquier baño, charco, etc. En virtud de esa repulsión acuática surgió la expresión «llevar el gato al agua», dicho en sentido figurado cuando queremos expresar haber conseguido algo muy difícil. El origen de la expresión proviene del antiguo juego en el cual se competía tirando de una cuerda a ambos lados de un charco hasta que los más fuertes arrastraban a los contrarios ‘a gatas’ hasta el agua.

«Buscar tres pies al gato» se dice de los que con sofismas y embustes nos quieren hacer entender lo imposible o justificar lo injustificable, y que la cola de gato era pie. Un epigrama del sevillano Baltasar de Alcázar dice: «Mostróme Inés por retrato / de su belleza, los pies; / yo le dije –Eso es, Inés, / ‘buscar cinco pies al gato’».

Dado el carácter nocturno de los gatos y debido a que en la oscuridad es más difícil distinguir los colores, se ha familiarizado la expresión «de noche todos los gatos son pardos», relativo a que en la oscuridad de la noche es más fácil ocultar los defectos de una mercancía.

Se cuelgan cascabeles al gato para espantar a su presa, lo que da lugar a la expresión «ponerle el cascabel al gato», refiriéndonos con ello a la salvaguardia de los más débiles contra la fuerza de alguien más poderoso. Si echamos una mirada a Oriente Medio: ¿quién de los países árabes se atreve a ponerle cascabel a la poderosa Israel? Una Israel que no está dejando en Gaza piedra sobre piedra ni vida sobre la tierra.

Con «dar gato por liebre» aludimos a la sospecha de la cual los venteros, cuando no tenían liebre o conejo que servir, recurrían a los gatos. Figuradamente consiste en engañar en la calidad de algo por medio de otra cosa inferior que se le asemeja.

A los habitantes de Madrid se les ha apodado «gatos» debido a que, según la leyenda, la conquista de la capital de España a los árabes por las tropas de Alfonso VI, a finales del siglo XI, se realizó mediante el asalto a la muralla por la que gateaban las tropas castellanas.

Como colofón, ‘Miau’ es el título de una novela de Benito Pérez Galdós que satiriza el Madrid burocrático en donde un competente exempleado del Ministerio de Hacienda ha quedado cesante a causa de una serie de intrigas.

Lo más leído