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Mi padre no escribía versos

18/12/2015
 Actualizado a 08/09/2019
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Yo quisiera señalar que mi padre no escribía versos como Leandro Vilariño, gallego de origen y padre de la poeta, ensayista, traductora y crítica literaria uruguaya Idea Vilariño, declarada casi al final de sus días Ciudadana Ilustre de Montevideo.

Yo quisiera indicar que Leandro, quien puso nombres poéticos o libertarios a sus hijos: Alma, Idea, Poema, Azul y Numen, pertenecía a una clase media culta, clase que nada tenía que ver con la muy humilde de mi padre, ni con su mediana, aunque provechosa, preparación escolar en Busmayor, pueblo donde nació lo mismo que sus padres entre vacas, carros chillones, lareiras y fuentes en abundancia. En Busmayor entonces, incluso mucho después, no había carretera, ni luz eléctrica, ni agua corriente, ni libros en las casas, a no ser los del maestro los cuales generosamente solía prestar.

Mi padre, Adolfo López Fernández, el de Xan López, nunca tuvo idea de la caza, ni de la pesca, pero sí un gran conocimiento de teitar (cubrir) las casas de paja por los pueblos y mucho más tarde de un entregado laboreo minero, además de una discreta afición por el dominó y un afán lector cuando la vida, ya de mayor, puso a su alcance libros, periódicos y folletos, que de todo leía mi padre. Mi memoria alcanza su imagen ya sentado en un firme taburete hecho por Carreto el carpintero vecino el cual mi madre solía pintar con frecuencia en el descanso de la escalera o ya en el bar tomando su diaria infusión de manzanilla mientras con gran interés le daba a la prensa. El taburete vive aún junto con otro hermano, pero ya nadie lo pinta.

Quisiera aclarar, también, que hubo un día en que mi padre comprendió que el futuro y la seguridad de su familia estaban fuera de Busmayor y con acierto se encaminó a las minas faberenses. Yo tenía entonces dos traviesos años y ninguna fotografía que hablase de mí.

No lo he dicho todavía: hoy planifico la Navidad con el recuerdo de mi padre despidiéndose para siempre (ocurrió en Nochebuena) y una posdata roja como el acebo: gracias, hija, por regalarme la obra completa de Idea Vilariño y abrir ventanas al mundo.
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