02/10/2019
 Actualizado a 02/10/2019
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Antes de todo, una aclaración: no estoy en campaña para hacer amigos ni, menos, enemigos y, estos últimos, en la más suave acepción del término, obviamente. Lo aclaro o hago constar porque hoy voy a escribir de cosas que me cuesta trabajo entender y que, al estar relacionadas con personas que, en principio, parecen generar grandes y contradictorias pasiones –la mesura o templanza no es virtud que nos suela adornar–, seguro me podré granjear a unos, amigos, y a otros, ‘amigos’ también. Por ello procuraré hacerlo, como ya puede indicar el título, con sano humor.

Me sorprende y cuesta trabajo entender que aun cuando se afirma que somos seres racionales (lo dudo con frecuencia) nos comportemos unas veces como si estuviésemos siendo víctimas (frecuentemente con gusto) de un proceso de infantilización rayano con la idiocia, otras como si fuésemos poseedores absolutos de la verdad.

Cómo sin humor acercarme al entendimiento o explicación de que después de años y años en que científicos, sociedades científicas, academias, organizaciones no gubernamentales, etc., vengan constatando, informando y avisando de los riesgos del cambio climático que se viene produciendo y su previsible aumento y nefastas consecuencias para todos, haya hecho falta que una chiquilla (Greta Thunberg, 16 años) adviniese casi milagrosamente en abanderada de la alarma y emergencia global para que instituciones, ciudadanías y algunos gobiernos se sumasen a la misma cuando de novedad no tiene nada de nada. No entraré en especulaciones sobre el fenómeno mediático de la chiquilla. ¿Quizá todo sea que no somos tan racionales y precisemos más de mesías amenazantes y salvadores que de ciencia y verdades demostradas? ¡Ciencia, ciencia! Ese «conocimiento de las consecuencias y la dependencia de un hecho sobre otros», que dijo Thomas Hobbes.

Cómo sin humor acercarme a la comprensión de los juicios sumarísimos que retrotraen a uno a siniestras épocas pasadas. Desde que Íñigo Errejón y su organización decidieron concurrir a las próximas elecciones generales me he topado, no sin cierto pavor, con textos de supuesta opinión que bien parecen franquistas pliegos de cargos contra desafectos al régimen (a ver esa memoria), por no decir informes al más genuino politburó estalinista. Mi no comprender viene de que las firmas se dicen de izquierdas. Mantengo la duda de si de una izquierda democrática.

Y sí, ‘Gaudeamus’ de los 40 años de la Universidad de León. Cómo no. Toda la vida.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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