Cristina flantains

De las Medulas al cielo, como el humo

13/08/2025
 Actualizado a 13/08/2025
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En este país en el que vivimos, de momento a fecha de hoy, ya no se puede imponer el silencio.Y a fuerza de poder decir lo que pensamos, lo que sentimos o lo que vemos, hemos descubierto cómo se construye un relato sobre un acontecimiento. El valor de la objetividad traducido en honestidad con uno mismo y con los demás es el ejercicio más satisfactorio que puede hacer un ser racional.

Hemos, también, aprendido a profundizar en la apariencia de las cosas. A tomar nuestras propias y personales decisiones sobre la consideración de los hechos. Hemos descubierto que toda acción tiene una reacción y que observar y cotejar nuestra experiencia con la de nuestros semejantes, para sacar conclusiones, es un motor de progreso social.

Y a estas alturas, cuando el espacio de las palabras y de las ideas va quedando cubierto con esa alegría que da haber construido el propio relato, para no andar por el mundo al dictado de nada ni de nadie, o a tontas y a locas, que casi es peor. De pronto descubrimos lo que supone callar.

En este contexto nuestro, donde ya nada ni nadie nos puede callar, todo silencio representa un acto de voluntad.Así que cuando pasan cosas y quien debería construir el relato sobre ellas calla, está tejiendo otra realidad, premeditada, cargada de subjetividad que alimenta un interés poco legítimo.

Es decir que cuando alguien viene y nos cuenta, por ejemplo, que Las Médulas se han quemado porque cayó un rayo (o una barbacoa o la Mano Negra), y luego vino un viento tremendo que empujó el fuego y encima era verano y hacía mucho calor y se calla todo lo demás, que no es poco, está construyendo otro relato que, aunque no le falta verosimilitud, alimenta un interés que va más allá de construir el puzle de los acontecimientos.

Este es mi relato sobre lo que ha pasado en Las Médulas:

En la Junta de Castilla y León ya ha habido demasiadas arengas contra las políticas y actitudes ecologistas y contra el reconocimiento del cambio climático. Ya sabemos cómo se administran las partidas presupuestarias cuando se trata de lo verde y lo bienvenidas que son las Políticas Agrarias Comunitarias para los del secarral. ¿Y qué podemos decir de las condiciones laborales de los bomberos, de las infraestructuras que les dan soporte, del personal de monte que se encarga de vigilar y gestionar? De lo que se abusa de la UME (qué bobada, para eso están). Lo que pasa con las propuestas de los que a pie de tierra saben mejor que nadie lo que la montaña o el monte necesitan… ¡Mejor que nadie! Y a los que todo el mundo desoye porque fuera de Castilla no hay nada que merezca consideración. Reconozco que este último comentario les puede resultar subjetivo… Tanto no callar es lo que tiene.

Parándome a pensar fríamente, sin paños calientes, mirando de frente y sin tapujos a esta Administración que tenemos llamada Junta de Castilla y León y que, para mayor desgracia, es el enemigo público número uno para todo lo que no sea Castilla (creo que otra vez soy subjetiva, pero por no callar…), solo se me ocurren tres razones por las que se puedan hacer políticas que nos lleven a estas situaciones de desgracia tan tremendas. Una la mezquindad de los gobernantes y otra su cerril ignorancia sobre la situación geográfica, histórica, política, social y económica de lo que no es Castilla. Y la de más allá: la cobardía… y lea usted entre líneas lo que le pluga.

Espero que disfrute de sus vacaciones, señor Mañueco; ya vemos que usted, lejos de tenerlas sobrevaloradas, las disfruta caiga quien caiga y así se quemen Las Médulas.
 

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