Aparentemente se ha convertido en tradición en este periódico tratar de darme el mayor disgusto posible para recordarme que tengo que llenar este espacio en blanco. Mis compañeros, incluido el mismísimo director, disfrutan con mi sufrimiento ante la falta de ideas, el síndrome del folio en blanco y la obligación de dar a conocer, como dirían Los Punsetes, mi «opinión de mierda».
Al menos sus triquiñuelas me ayudan a restarle 10 líneas a esta columna, lo que por tanto convierte a esta en una tradición útil. Y es que estamos comenzando el mes de diciembre, el mes de las tradiciones por excelencia, unas más explicables que otras, más o menos extrañas o con un origen más o menos entendible. En mi casa, por ejemplo, los días de Nochebuena y Nochevieja en el almuerzo se acude a la comida rápida en un sinsentido si te paras a pensar, un órdago a la grande con la excusa de no cocinar en exceso, que para mi sorpresa, por la asistencia al local, tiene muchos más adeptos de los que jamás imaginé.
Otra tradición estúpida pero que no por ello es menos respetable la pueden estar viendo estos días en sus redes sociales. Spotify, la plataforma para escuchar música más utilizada del mundo, pone cada año a cada uno de sus usuarios frente al espejo para que tenga la oportunidad de avergonzarse o mostrarse orgulloso de sus gustos musicales. Además de las canciones más escuchadas, los discos más ‘rayados’ (solo esta frase desvela del que la dice que tiene más años que la orilla del río), la principal novedad este 2025 es que el sistema, su inteligencia artificial o vaya a saber usted qué, calcula tu edad según lo que has escuchado. En mi caso, Spotify considera que mi gusto musical refleja que tengo 18 años, que es seguramente lo más bonito que me han dicho recientemente, un pensamiento que afirma mi excompañera María que se debe únicamente a que soy un viejo. En cualquier caso cada uno se siente joven como quiere, los cuarenta son los nuevos treinta y, al menos en la música los treintaypico son los nuevos 18, suficientes para comenzar a crear tradiciones.