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María no fue al 8-M

09/03/2023
 Actualizado a 09/03/2023
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María, que acudía cada 8 de marzo a la reivindicación necesaria por la igualdad real de derechos y libertades entre hombres y mujeres desde tiempos de la Transición, esta vez ha terminado en casa. No por falta de ganas y motivos para seguir en la lucha feminista sino hastiada del lamentable esperpento en el que han convertido el Día de la Mujer. Por eso y porque no logró saber a qué manifestación debería acudir y se le acabó pasando la hora.

Hasta hace unos años María entendía bastante bien qué significaba denominarse feminista. Es cierto que podía enumerar algunos matices entre un feminismo de izquierda y un feminismo conservador que, sin embargo, no impedían dar batalla codo con codo sujetando una pancarta por la causa. Desde que gobiernan PSOE y Podemos la cosa se ha complicado bastante. María no consigue encontrarse en el catálogo de feminismos excluyentes. Este 8-M repasó el feminismo sanchista del PSOE y el de Podemos que no sabe si es el mismo que el iracundo de Irene Montero. Echó un vistazo a la neutralidad conciliadora de Yolanda Díaz. Tuvo curiosidad al encontrarse con la propuesta feminista de la conversa Carmen Calvo. Consultó el feminismo sin empoderamiento del PP. Y el de Vox, que es un feminismo que niega el feminismo. Encontró incluso el feminismo animalista. Pide la protección de las hembras sin importar la especie y equipara en sus carteles a la mujer con una vaca. «¡Con dos ubres!» Se le escapó a María. Cada feminismo tenía fecha y hora para manifestarse por sus mujeres (y algunas vacas) sin contaminarse.

Entendió María porque ya no existen en España consensos ni fuerzas políticas transversales. Los simpatizantes de unas siglas deben cumplir a rajatabla más condiciones que para entrar en Les Hénokiens, el club más exclusivo del mundo. Así es la política inclusiva que, como define Rodrigo Cortés, «cuanto más especifica a más excluye». María decidió no ir porque la libertad ha dejado de estar detrás de las pancartas.
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