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La mano roja y Vecna

04/12/2025
 Actualizado a 04/12/2025
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Buscaba la fontanera Leire Díez, con la cutrez que la caracteriza (quién se iba a ofrecer a estos amarres sino una ramplona de la ultratumba del estadismo progresista), munición contra el teniente coronel Antonio Balas. «Matar a Balas» como misión, dijo en los audios, y el periodismo de investigación sigue siendo su coartada, sí, como si Óscar López usa la de que estaba trabajando en el ministerio. Se entiende la estrategia porque encaja en el descabezamiento institucional; se lleva a cabo a tenor de los nombramientos, imagínense como va en las oscuridades de los entes políticos. 

La UCO es de las pocas sin pringar y he ahí la independencia mostrada en las investigaciones para los casos que inundan el trepidante barco del sanchismo. Balas es responsable del área de Investigación Económica y Anticorrupción, y su muro frente a las intromisiones era Rafael Yuste, jefe de la UCO. Eran conocidos sus choques con el DAO, un marlaskiano de fe, por esos tejemanejes ocultos para proporcionar una vía de agua al gobierno.

Yuste no era permeable, por contra se erigió como un dique frente a la mano roja que siempre acecha. Por lo que a la vista del fracaso de la pasada operación «matar a Pérez de los Cobos» por la vía agresiva, en esta ocasión se opta por el ascenso anticipado para derribar aquello que evita los tocamientos de la mano roja. El casting para encontrar a alguno que efectivamente se pliegue es bastante cerrado, 140 coroneles en activo, pero será nuevo, y cabe preguntarse si por ese hecho y la deuda de su puesto, dejará que se rompa ese sano muro impuesto por Yuste.

Lo que Leire no pudo lograr en las tinieblas, delatada por su impericia, se llevará a término a la luz porque qué importa ya. La mano roja va llegando, abriendo portales de una manera u otra, en más y más lugares, como Vecna en Hawkings, creando un estado nuevo, capturándolo todo para un supuesto fin todavía invisible para el espectador. La diferencia es que aquí no tenemos ni a Once, ni a Ocho, ni a Will, ni a unos niños intrépidos, ni a Hopper, ni a Winona. Es que no sé si tenemos algo para frenarla.

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