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Malversar el PSOE

08/12/2022
 Actualizado a 08/12/2022
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Ni arrinconar a los críticos o expulsar a históricos como Joaquín Leguina. Ni ignorar a las vacas sagradas como Alfonso Guerra. Ni siquiera el CIS a fuego lento que detiene la sangría de votantes de los últimos meses logra contener a estas alturas la contestación interna en ese partido antes conocido como PSOE. A Pedro Sánchez hasta a los más sanchistas les está superando este sanchismo desvergonzado y sin escrúpulos.

El penúltimo crítico inesperado es Luis Tudanca. El secretario general del PSOE de Castilla y León se salta (por segunda vez, la primera fue por la esperpéntica protección del lobo) el argumentario de Ferraz y avisa que la reforma del delito de malversación «no es buen camino». Poco a poco Sánchez va erosionando todos sus bastiones inquebrantables, como siempre fue Tudanca. Antes negó al fiel Óscar Puente la prometida Ciudad de la Justicia de Valladolid y al devoto José Antonio Diez y su León de astronautas la Agencia Espacial que, según el presidente, merece la Sevilla despoblada. El legado de Pedro Sánchez, por el que sí pasará a la historia, será por haber mentido y traicionado todo y a todos sin miramientos. El sanchismo solo debe lealtad al diablo poder desde aquel mismo día que le vendió su alma al llegar en el Pegeout 308 al mitin de Dos Hermanas. Juró sostenerlo aunque abrase las manos y la conciencia.

Malversar es apropiarse de los bienes públicos a tu cargo. Presuntamente lo que lleva cinco años haciendo Sánchez con el PSOE hasta descuartizarlo. Porque quizá los incondicionales como Tudanca pudieran perdonar la incompetencia del Ministerio de Igualdad que rebaja las penas de los violadores y les excarcela en vez de proteger mejor a las mujeres. Pero les resulte más difícil tragar otra vez (sedición mediante) con la alevosía. Reformar el delito de malversación como nuevo trueque independentista a sabiendas que rebajará el coste de la corrupción y liberará corruptos condenados. El sanchismo no deja a nadie atrás.
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