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Una luz llamada León XIV

23/09/2025
 Actualizado a 23/09/2025
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La historia de la humanidad está repleta de páginas muy negras, de auténticas barbaridades, y lo lógico sería que con el paso de los años fuera mejorando el comportamiento de los seres humanos. No vamos ahora a decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero la maldad sigue campeando a sus anchas. Los medios de comunicación nos permiten contemplar, casi en directo, todas estas atrocidades, en cualquier rincón del mundo, cosa que antes no ocurría. Pero, como en la parábola de la cizaña, el bien y el mal siguen caminando juntos. Y en muchos casos parece que el mal lleva las de ganar.

Desgraciadamente, tanto en política como en economía, una gran mayoría de líderes mundiales dejan bastante que desear y el pueblo está cada vez más atontado y manipulado. Tiene unas tragaderas impresionantes. Contempla, cómodamente sentado en el sofá, a través de la pequeña pantalla, todos los desastres y se limita a lamentarse y a resignarse, sobre todo si las desgracias no le afectan directamente a él.

Cuando Jesucristo vino a este mundo, los poderosos no solo no le hacían caso, sino que decidieron acabar con Él, aunque no lo consiguieron. Más aun, a partir de su resurrección y de la venida del Espíritu Santo, el mundo empezó a cambiar y hay una serie de valores que se han ido consolidando, aunque en la práctica no siempre se tienen en cuenta, ni siquiera por los seguidores de Jesús. Parece claro que lo que de bueno tienen los principios de la Revolución Francesa y la Declaración Universal de los Derechos Humanos está inspirado en el evangelio. Ahora muchos pasan de todo esto, pero, guste o no guste, lo crean o no, Jesucristo marca la historia con un antes y un después.

Pues bien, a lo largo de todo el siglo XX y de lo que llevamos del XXI, han desempeñado un papel muy importante todos los papas, especialmente a partir de León XIII, con la llamada Doctrina Social de la Iglesia. Muchos la desconocen, a otros les molesta. Si se llevara a la práctica, el mundo cambiaría sensiblemente para mejor. Pero sus promotores también reciben desprecios e incomprensiones como el Maestro. ¿Os imagináis lo que sería el mundo, si los que tienen por el mango la sartén de la política y la economía siguieran las directrices y deseos de quien ahora representa tan dignamente a los mensajeros del Evangelio, de León XIV? No tiene ejércitos, no tiene armas atómicas… Pero tiene toda la razón. Tiene en sus manos la luz que tanto necesita este mundo que camina en tinieblas. ¿Por qué no nos dejamos que esta luz nos alumbre y guíe?

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