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Lujo legislativo

15/02/2023
 Actualizado a 15/02/2023
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No es bueno que el hombre esté solo. Por eso vivimos en comunidad, porque nos necesitamos, pero, a veces, no nos comprendemos. Porque no siempre somos buenos, porque a veces somos malos. El Derecho nace para paliar los efectos de nuestra carencia, de nuestra incapacidad para ser autónomos, esto es, de regirnos por normas que nos vienen impuestas desde fuera, heterónomas. Sobraría el Derecho si fuéramos capaces de vivir conformes a estos tres principios básicos que debería ser innatos, grabados en el adn de nuestra ética: virtus, pietas, fides, o lo que es lo mismo, disciplina y dominio sobre uno mismo, respeto y fidelidad a los compromisos. Estos tres principios se sustanciarían en tres únicas normas que, de cumplirlas, harían posible una convivencia armoniosa. Las formuló el jurista Ulpiano: ‘Honeste vivere, neminem laedere et suum cuique tribuere’. Así de sencillo: vive honestamente, no hagas daño a otro y da a cada uno lo suyo.

Pero no siempre somos buenos y a veces somos malos y fue necesario que alguien bajara del monte con las Tablas de la Ley, que Hammurabi grabara en una piedra los castigos, que los Decenviros romanos se inspiraran en las Leyes que el sabio Solón dio a la ciudad de Atenas y las grabaran en doce planchas de bronce para que todo el mundo las conociera.

Bastaron las normas contenidas en esas 12 planchas. Hoy no habría cobre ni estaño suficiente en las entrañas de la Tierra para fabricar el bronce en el que grabar todas las normas que nos vienen impuestas desde afuera. Hemos perdido toda autonomía. Vivimos en el lujo legislativo. Luxus nombraba aquella vegetación que nacía espontánea, extravagante y como tal, indeseable por comprometer la cosecha. Lujo son las ramas que nacen y crecen sin ton ni son en menoscabo del fruto, lujo es la vid que crece sólo en hojas en detrimento del racimo. Lujo, en definitiva, es la desmesura, todo aquello que transgrede la justa medida, que la excede sin razón ni sentido.

Nos cuelan las Leyes hasta en las alcobas. Se legisla mucho y se legisla mal. A partir de ahora, se impondrá pena de prisión de seis a dieciocho meses, o multa de dieciocho a veinticuatro meses para aquel que cause la muerte de un animal vertebrado no doméstico. Entiendo que se expulse de la sociedad al Califa Hakin que ordenó matar a todos los perros y gatos de Egipto, pero ir a la cárcel por matar a un ratón…
Y la semana que viene, hablaremos de León.
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