03/05/2025
 Actualizado a 03/05/2025
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¿Qué mejor manera de comenzar una semana que con un apagón histórico? Es indiscutible que estamos en racha en cuanto a ser testigos de acontecimientos que pasarán a los libros de Historia. No sé si esto es bueno o malo, pero en este tipo de casos no te dan a elegir. Tienes que recibir las cartas y luego, con ellas, intentar jugar la mejor partida posible.

Lo acontecido el lunes me deja pocas luces y muchas sombras. Desde el mismo momento en que España y Portugal se quedaron en modo off, no son pocos los que han utilizado diferentes púlpitos para sentar cátedra con sus explicaciones y justificaciones interesadas, en uno u otro sentido. Algo esperable, teniendo en cuenta el mundo polarizado en el que vivimos, pero no por ello debemos dejar de calificarlo de reprochable e incongruente.

Si nos fijamos en las certezas, una de ellas es que sobre las 12:30 horas nuestra red eléctrica colapsó y hasta casi veinte horas después no se recuperó la normalidad. Otra certeza, pero con aroma de sombra, es que, a día de hoy, no se ha hecho público el motivo que originó esta situación. Pero cuidado, no caigamos en el error de afirmar que nadie sabe lo que ocurrió realmente, porque ahí tengo mis dudas. Y la tercera certeza que podríamos encontrar es que el apagón está siendo utilizado, y va a serlo aún más, con fines ideológicos y económicos. Esta reflexión no es fruto de una mente conspiranoica, sino de un sencillo análisis de situaciones excepcionales acontecidas en los últimos años, en las que, una vez que tenemos que asumir que hay que pasar un mal trago, se utiliza lo sucedido para obtener beneficios de diversa índole o promover cambios sociales.

La clave ahora está en señalar al culpable de esta tragedia energética, que es muy diferente a buscar e identificar al verdadero causante de esta situación. Ya ven las llamativas campañas que hay para culpar a las nucleares o a las renovables, sin olvidarnos de la caza de brujas que se ha iniciado contra los operadores privados.

Y cuando digo que a mí todo esto me deja muchas sombras, es porque creo que realmente ni usted ni yo sabremos de verdad lo que sucedió. Se nos dará una versión oficial, pero ya saben: fuente oficial no es siempre sinónimo de veracidad. La premisa será dar la explicación que menos sensación de vulnerabilidad deje entre la ciudadanía o la necesaria para justificar posteriores decisiones de diverso calado. La única esperanza de que podamos conocer la verdad es que trabajos de investigación periodística consigan, nunca mejor dicho, dar luz a la oscuridad en la que quieren que vivamos.
 

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