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Los discursos de Manuela Carmena

05/10/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Salón de actos del Colegio de Arquitectos de Madrid. Hombres con americanas sport y mujeres de mediana edad y presencia apabullante. Se escucha acento alemán, italiano, francés. Manuela Carmena inaugura la Semana de la Arquitectura de Madrid con una exposición dedicada al centenario de Saénz de Oiza. Se suceden los discursos, algunos muy informativos, otros más institucionales; y luego está el de Manuela Carmena.

Los discursos de Manuela Carmena son inclasificables. Sorprendentes. A veces con un punto surrealista. A veces demasiado breves, a veces demasiado largos. Pero siempre, siempre, siempre, auténticos. Uno tiene la sensación de que se le van ocurriendo sobre la marcha. No lleva papeles, pero la palabra fluye sin titubeos. Tantos años en la judicatura han dejado huella: es capaz de enfrentarse a un auditorio sin parpadear. Aún recuerdo su discurso de inauguración de la Norman Foster Foundation en el Teatro Real de Madrid. En el patio de butacas, la jet set de la intelectualidad, los negocios y el diseño. De pronto en el escenario apareció Manuela Carmena con un vestido de florecillas y una rebequina de punto, lo que mi abuela llamaría «una batina para andar por casa». Lo recuerdo perfectamente porque le hice una foto junto a Norman Foster, vestido con esa elegancia british que lo caracteriza. Pues bien, con esa apariencia de abuelita risueña, Carmena habló en inglés, lo que sorprendió a todos y ¡sonrió con calidez! –lo que no hizo ninguno de los otros ponentes–.

Hoy, en el Colegio de Arquitectos, está inspirada, explica la colaboración del Ayuntamiento con esa institución a través de un powerpoint. De pronto aparecen en la pantalla imágenes de bordados y de señoras mayores en centros de día. «Una vez hablé con una mujer que hacía unos bordados maravillosos. Me dijo: «Toda mi vida trabajé en el servicio doméstico y nunca aprendí nada. Cuando me jubilé empecé a venir aquí y aprendí a bordar». ¿Y qué hace con los bordados? «Los guardo en una caja». «Qué triste –dice Carmena–, así que hemos creado un mercado para que la gente mayor venda lo que hace», cuenta orgullosa. Y después siguen más fotos de bordados. «Esta es una exposición en el Retiro. Son bordados inspirados en los cuadros de Miquel Barceló, hechos por su madre». El público se mira de reojo preguntándose qué tienen que ver los bordados con la Semana de la Arquitectura. Cierto. A mí, sin embargo, me fascina esa forma de romper el protocolo. Y me transmite la sensación de una alcaldesa a la que realmente le preocupan los problemas de las personas que viven en su ciudad. No sé estoy segura de que me guste su equipo de gobierno o toda su gestión: pero me gusta ella.
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