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Lo primero es lo primero

24/12/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Lo primero es lo primero» es una de las frases más famosas de aquel genio del lenguaje verbal y mímico que fue Mario Moreno, ‘Cantinflas’. Bajo el aparente vacío de la concisa y tautológica proposición, está toda la fuerza del sentido común, profundo y práctico. En nuestro idioma hasta ha motivado la aparición del neologismo ‘primerear’, que tanto usa el papa Francisco, pero que la Real Academia aún no ha querido subir a su diccionario, será para evitar la acusación de clericalismo, tan maldito hoy como lo fue su antónimo hace unos años. Además de los significados de ‘tomar la iniciativa’ y de ‘anticipar’, está el más inmediato y lógico que es ‘poner en primer lugar’, ‘darle preeminencia o relevancia’ a algo o a alguien.

La fórmula de que ‘lo primero es lo primero’ habría de recordarse cuando los medios de comunicación nos informan de que determinados grupos profesionales o universitarios se disponen a celebrar su fiesta patronal, eso sí, con ausencia total de referencias o celebraciones que pongan en lugar primero a aquella persona que, desde el santoral católico, está erigida como protectora de los que se mueven en ese ámbito.

Algo similar puede ocurrir con estos días de la Navidad. A lo peor las formas de festejarla carecen de remite alguno a lo que la palabra significa: la natividad en nuestra tierra y en nuestra historia del Hijo de Dios.

Sean, pues, estas líneas un aliento que anime a los creyentes cristianos, sea cual sea su grado, a poner en primer lugar, a dar relevancia, a ‘primerear’, el nacimiento en Belén de Jesús de Nazaret, en quien se cumplen las promesas de que Dios nos va a sacar de pensar que la existencia, atenazada por la imperfección física y moral, es un sinsentido, hijo del azar o de la necesidad.

En la Navidad lo primero debe ser lo primero. Bienvenidos sean el turrón y la sidra de calidad, los belenes y las muñecas de Famosa, los villancicos y los reencuentros familiares, la cabalgata de los Reyes Magos y la Misa de Gallo, con tal de que no se deje en el rincón oscuro el motivo primero de toda esta amalgama de cosas y situaciones.

Algún motivo damos los cristianos para terminar como investigados (que hay que decir ahora). Nuestros delitos pueden estar en dejarnos también engullir por el consumismo de estos días o por la banalización infantiloide de los peces que beben y beben o por un espiritualismo melifluo que ignora el dramático y prometedor significado de un pesebre que es cuna y de una cuadra que es hogar. ¡NAVIDAD FELIZ PARA TODOS!
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