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¡Levantaos hermanitos que ya es hora!

07/11/2023
 Actualizado a 07/11/2023
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Que nadie es profeta en su tierra nos lo repetimos a modo de mal de muchos, consuelo de tontos, para sobrellevar la incomprensible dureza con que León ha tratado a muchas y muchos que han intentado romper su dinámica destructiva natural y la indolencia con la que trata a aquellos que, comprendiendo mejor su naturaleza, no hacen nada, pero extienden banderas suficientemente grandes para tapar sus vergüenzas.

El declive industrial, la escasez de oportunidades y la despoblación hacen mella en una tierra que el envejecimiento poblacional hace cada vez menos reivindicativa y más acomodada de manera que a la exaltación de sus reales símbolos no la acompaña ninguna estrategia, reivindicación o exigencia que ataje su caída libre.

Entre banderas, tambores y cornetas nos sentimos más leoneses y leonesas que Alfonso IX olvidando que la gloria de otros momentos iba acompañada de hechos que hacían el Reino más grande y fuerte y no solo de chifla y tamboril para entretener al pueblo. Soy entusiasta de nuestra Semana Santa desde niña, de las calles oscuras y estrechas en un silencio sólo roto por rítmico golpear de los tentemozos, del olor a incienso, del bullicio de la multitud que calla al paso de procesión, de las limonadas de los descansos y de los reencuentros con los leoneses esparcidos por el mundo que vuelven a casa por Semana Santa.

Por eso soy bracera de Santa Marta, por eso y porque en León la Semana Santa la ha tomado el pueblo para vivirla como le da la real gana y eso la ha hecho única e inmortal. El fervor, la tradición, las limonadas o Genarín. Nuestra Semana Santa siempre ha salido victoriosa como aguerrida leonesa que es ante todos aquellos que han queridos rentabilizar su tirón para beneficiar sus propios intereses.

Y así fracasaron los que llenaron sus listas al ayuntamiento de insignes papones y fracasarán los que piensan que gobernando sus estructuras de cofradías y hermandades representan algo más que simplemente eso, los emblemas de instituciones históricas que tienen como misión mantener la tradición en León.

Sin embargo, eso es lo que no hacen, lo último es tan surrealista que está a la altura de ser considerado una de las señales del apocalipsis de León. El pregonero del Semana Santa de León será el arzobispo de Oviedo, que lejos de ser León es de Madrid y entre sus méritos se encuentran sus homilías contra el aborto, la eutanasia, la agenda 20-30, los «ecolojetas» y en defensa de Luis Rubiales. Ahí queda eso de los que se creen en posesión de un ‘leonesistómetro’ que marca el amor por la tierra.

Pobre León, que desgraciada has sido siempre en amores, los que más dicen quererte te hacen unas cosas que no deseo yo ni a mi peor enemiga. La reacción hacia semejante broma de mal gusto que flaco favor hace a la imagen de nuestra Semana Santa ha sido prácticamente nula, salvo honrosas excepciones, porque los leoneses ya ni sienten ni padecen, resignados a trabajar y vivir fuera sólo quieren una bonita Semana Santa donde encontrarse, tomar limonadas y sonreír orgullosos ante alguna bandera que agitará un ultraderechista madrileño afincado en Asturias.

Ay hermanitos de Jesús ya no nos levanta ni el Espíritu Santo y se nos va a pasar la hora. La Semana Santa de León, orgullosa y empoderada al saberse arropada por el pueblo, volverá a inundar nuestras calles, ajena a los que se pasean con capa y vara y piensan que han sido coronados reyes, pero olvidan que llevan capirote y no corona. Hermanitas y hermanitos de León como no nos levantemos pronto se nos va a pasar la hora definitivamente.

María Rodríguez es doctora en Veterinaria por la Universidad de León (ULE)

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