Pudiera parecer una casualidad, pero, la verdad es que León venía haciendo méritos para ser reconocida como tierra de ingenios. Ya tenemos tres premios Cervantes vivos: Antonio Gamoneda (nacido asturiano y niño leonés de adopción y crianza), Luis Mateo Díez, de Villablino, y Santiago Trancón, de Valderas, Poesía, literatura y filosofía. ¿Hay quién de más?
Gamoneda, 1931, en 1977, en su libro ‘Descripción de la mentira’ ya nos aconsejaba: «Acércate a quien se calienta con los excrementos de la justicia. Hay más honor en no tener razón». Lo cual, aquellos jóvenes (él es 10 años mayor) que habíamos compartido enseñanzas y experiencias supimos que escribir no era otra cosa que filosofar. Vivir y soñar. Dudar y sentir. Y que la poesía que proponían los adictos a aquel régimen dictatorial no era más que un adorno floral. Después, andando el tiempo, todos pudieron leer al mayor poeta vivo que hemos conocido y que continúa manteniendo su integridad. Gamoneda. Cervantes nonagenario.
‘Mateo’ 1942, como le llamábamos allí sus amigotes de tertulia, pinchos y paseos, poemas y arrogancia, ya en su primeriza novela: ‘La fuente de la edad’ le hacía decir a aquella inolvidable Chon Orallo: «Vete al grano y no saques todavía conclusiones, que eres muy dado a aventurar más de la cuenta». Y eso fue lo que hicimos: vivir. Porque la literatura, lo supimos desde bien pronto, no era la vida en general, era la nuestra, nuestra vida, una puerta de escape de la realidad. Una puerta… y Mateo ha abierto tantas… Tantas que ha dejado pasar regiones enteras de paisajes, individuos, ciudades de sombra, y situaciones de ensueño en las que el ser humano se la ha jugado siempre a perderlo todo o a ganar. Todo, menos la nostalgia, lo podemos encontrar en él. Toda la literatura, a partir de Cervantes y Valle, aderezada por los italianos.
Santiago Trancón, 1947, premio Cervantes en filosofía por una asociación, se ha dedicado a pensar, a Cervantes y a pensar. A enfrentarse con la insensatez de cierto separatismo catalán siendo el autor del famoso ‘Manifiesto’ que firmaron 2.300 profesores en Cataluña conminados por los secuaces de Pujol a enseñar en catalán exclusivamente. Tratadista sobre los orígenes de Miguel de Cervantes, y sobre la filosofía de los clásicos, pertenece a esa generación que antepone los principios incluso a la realidad. Experto en la influencia judía en nuestra cultura. En 1989 publicó en nuestra editorial Provincia, del Instituto Leonés de Cultura su ‘De la naturaleza del olvido’. Una preclara mente que nos aconseja: «Palabras para pensar. Pensamientos para vivir».
Tres Cervantes vivos. Y los que se ueron quedando por el camino.