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Lágrimas de facha

19/10/2023
 Actualizado a 19/10/2023
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Hay que reconocer que la izquierda de la izquierda, la que ensalza totalitarismos y presume de democracias fallidas, siempre supo explotar la fuerza de la mercadotecnia. Lo vemos estos días con el chándal palestino que luce Pablo Fernández desde que estalló la crisis entre Israel y los terroristas de Hamás. Pero la lista de productos superventas para forrarse con la ideología viene de lejos. Recuerden las camisetas del Ché, del subcomandante Marcos o los pañuelos palestinos que llenaban las plazas en los noventa. El chándal del portavoz de Podemos lo venden en «la tienda de izquierdas más grande del mundo» (así reza en su web) donde no hay rebajas en la moda palestina pero sí está al 60 % la de Cuba que en el orgullo de izquierda también hay tendencias y La Habana ahora cotiza a la baja. 

No sé si será paradoja o cinismo pero entendieron mejor el negocio del ‘merchandising’ ideológico. En la derecha se quedaron anclados en la bandera de España, en formato aguilucho o en pulsera, les ha faltado marketing para más complementos patrióticos. Tanto que para reconocerse hasta nos robaron el libre uso de ese chaleco acolchado y ligero, especialmente en azul oscuro y verde, rebautizado como ‘fachaleco’. 

La izquierda emprendedora de souvenir ‘low cost’ (que deja más margen) es algo así como la Casa Real Británica, una prolífica máquina de sacar los cuartos a sus seguidores. Allí la ‘royal Barbie’ vende un plato decorativo por evento, una figura por miembro de la Corona y un libro escándalo para cada divorcio. Hizo superventas hasta a los perritos corgis de Isabel II como complemento de la monarca. Aquí el último grito progresista, para refrescarse entre batucada y pancarta, son las ‘lágrimas de facha’. Botellitas de agua ‘extraída del manantial de la sede de Vox’ ideales para escraches que venden al poco popular precio de 3,95 euros. Aprendieron bien de China que para defender el comunismo no hay nada mejor que rebozarse de capitalismo salvaje.

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