
La Puebla se vino arriba
20/12/2022
Actualizado a
20/12/2022
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Séptima avenida era la tienda de pantalones vaqueros de moda. Acampanados, de marca y de pana, los sábados eran el regalo del mercado, después de una parada en Bodelón, pero para los mayores. En frente, una peletería, recuerdo también una zapatería un tanto chic. Me llamaba la atención Brindis, al subir por la avenida de La Puebla, por el sonido de la puerta que siempre parecía revestida de viejo, y el olor a pasado de sus estanterías. Mi madre siempre compraba allí los botones de los vestidos que sacaba del Burda para las fiestas. Y era una celebración tener que escoger entre aquellas pequeñeces con identidad que parecían la guinda de un pastel único que ella cosía con su máquina de pedal. La Puebla era el latido comercial de una ciudad que un día apodaron del dólar. Hoy La Puebla es polvo en suspensión y carteles de se vende, aunque nada se vende ni se compra en la calle olvidada. Arteria de la ciudad, ahora pasa a necesitar una manicura y depilado de cejas para volver a lucir sonrisa. Las dos plantas de Villarejo hoy son un chino, Cano Cornejo, el pasillo donde hace escala lo que el viento se va llevando. La droguería Madrid, ni se reconoce a sí misma…Y todo eso hace que a uno las arrugas se le dilaten por momentos. Lejos de ser un pasado reciente, eso es ya un cuento de la abuela cebolleta. Nadie se cree que aquello era un vértigo de ventas. Las aceras, los sábados, no soportaban más huellas. Me he reencontrado con La Puebla, en tono amable, acariciando los recuerdos tan cercanos que parece que si les pasas una balleta, van a volver a lucir. Pero no. La Puebla es un calvario de locales vacíos y descuidados, donde las telas de arañasse consumen en sí mismas y se mueren sin bocado sus arquitectas. La lujosa avenida hoy es llanto enjugado en un recorrido hipotético de lo que fue. Pero siempre hay un pañuelo. Los colegios se lo han querido dar para que se deshaga de las lágrimas, al menos en navidad. Un pañuelo que toma el color de los belenes para recuperar la vida que aún le quedaba a los escaparates, al otro lado del vídrio. Filo, Drober…se visten de largo con las manos de los alumnos ponferradinos que le han hecho un guiño al recuerdo que ellos no han llegado a tener, para decirle, avenida, ponte guapa, que tu vales. Y La Puebla, se vino arriba.
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