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La procesión va por dentro

30/03/2021
 Actualizado a 30/03/2021
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Para muchos la semana santa es casi sinónimo de procesiones por eso de que la piedad popular ha escogido por estas fechas este tipo de manifestaciones, para salir a la calle a rememorar, con mucho arte y devoción, escenas de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. No ponemos en duda que una gran mayoría participa con mucha fe y amor, aunque no falte quien lo viva simplemente «como mero turismo religioso». Pero no se trata ahora de juzgar la interioridad de nadie. Tal vez lo que más se echa de menos es que muchos olvidan que mucho más importante que las procesiones es la liturgia.

Un cristiano medianamente formado ha de saber que la eucaristía del Jueves Santo, los Oficios de la Pasión del Viernes y la Vigilia Pascual y la misa del domingo de Pascua son fundamentales, pues no se trata de meras representaciones que recuerdan el pasado, sino de un encuentro real y actual con Jesús resucitado.

De ahí que, aunque el hecho de que tanto este año como el pasado no haya habido procesiones, lo esencial de la semana santa permanece en pie, mientras puedan tenerse las celebraciones en la iglesia. Más aun, el año pasado ni siquiera pudieron abrirse las iglesias y no por eso podemos decir que no hubiera semana santa. De hecho muchas familias la celebraron en sus casas sirviéndose del material que se les enviaba desde las parroquias a través de las redes sociales. Y aunque ni siquiera esto fuera posible, nadie duda, por ejemplo, que un enfermo desde su lecho de dolor o un preso en la cárcel o cualquier otra persona en el lugar más apartado del mundo pueden perfectamente unirse a los beneficios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Si consideramos que la semana santa se reduce a las procesiones o simplemente a unos días de vacaciones, a poder viajar, a recorrer bares y restaurantes, entonces habría que concluir que la semana santa está en peligro.

Con todo, es nuestro deseo que esto se pueda recuperar, pues de ello depende el pan de muchas familias, que sin duda lo estarán pasando muy mal. En este caso también se puede decir que la procesión va por dentro. Una procesión en la que no falta la cruz, la cruz de los que ven hundirse sus negocios, de los que pierden sus puestos de trabajo y, cómo no, de las victimas del coronavirus, como una variante de la corona de espinas. Nadie puede decir que esto no sea una auténtica semana santa. Ojalá incluya la resurrección.


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