Cuando coinciden la Semana Santa y el Día de la Comunidad, se dispara el número de ofendiditos. Ya no se sabe ni quién da el turno. Solo los enemigos de los botellones son los únicos que se ponen de acuerdo, unos contra Genarín y otros contra Juan Magan. Hay mermados capaces de criticar al gran Mures mientras van a los conciertos que paga la Junta a precio de oro, pero con una bandera del Leon rampante para sentirse más leonesistas. Entre tanto ofendido, sorprende que nadie se ofenda por el mal gusto de los grupos elegidos para poner la banda sonora a una comunidad que no existe más que en la Constitución y en la imaginación de unos pocos iluminados.
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