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La estación de los seis sentidos

23/09/2021
 Actualizado a 23/09/2021
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Pues nada, anoche comenzó el otoño. Les aseguro que esta es mi estación favorita después de la primavera, el verano y el invierno. A pesar de que defender esta época parece algo un tanto contra natura, lo cierto es que no hay ninguna otra que se presente con tantos alicientes para los sentidos. Para todos. Incluso para los menos evidentes, como el tacto ¿O qué hay mejor que calentarse las manos en plena calle pelando unas castañas? Y es que, en otoño, nuestra piel puede deleitarse desde por el frescor de un boletus recién cogido en un pinar hasta por la inefable suavidad de una bufanda de lana.

Tampoco comienzan malas fechas para el paladar. Con la tranquilidad de que queda demasiado para la siguiente operación bikini, los próximos meses son ideales para saborear una tarde de domingo con churros de Santa Ana, esas moras que van directas de la zarza a la boca o un revuelto de níscalos de kilómetro cero. Un otoño para el gusto y para los gustazos, como el de que los mosquitos ya no den la tabarra.

Además, los mejores olores llegan en el otoño. Por supuesto que ese que regala la tierra mojada, pero nuestro olfato también puede disfrutar con el aroma que desprenden los pimientos morrones al asarse o la madera de roble ahumando por las chimeneas del pueblo.

Septiembre suena a agua bajando por el canalón, octubre a pisadas sobre la hojarasca y noviembre al graznido de un ave de paso que busca dónde hibernar. Aunque para quien su oído prefiera el silencio, siempre encontrará refugio en la sigilosa solemnidad de sentarse ante la lumbre.

Pero, por encima de todo, otoño es una delicia para la vista con sus paisajes trifásicos en verde, amarillo y marrón. Panorámicas como las del Faedo de Ciñera o los abedules de Omaña que, en la ciudad, quizá se puedan sustituir por una silueta a contraluz paseando con paraguas y tacones por la plaza del Grano.

Ya ven que el otoño se vive con los cinco sentidos. No obstante, hay quien asegura que existe un sexto: la intuición. Esa que ahora nos grita que estamos saliendo, que si lo bueno acaba… lo malo también. El melancólico presentimiento de que vamos a recuperar el tiempo perdido ¿Quién iba a decir a los que pintaban arco iris en las ventanas que la esperanza se parecía más al garabato de un árbol otoñal? Cómo no va a ser la mejor estación... después de la primavera, el verano y el invierno.
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