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La ‘Condena’ Alimentaria

10/11/2021
 Actualizado a 10/11/2021
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Qué pasa cuando queda una tajada en la tartera y ya se ha calentado un par de veces después de rondar varios dias por la cocina? Que va a parar a la pesebrera de la cubil y se pone el gocho como un quico. Visto y no visto. La traga entera, como si fuera un pavo pero con más salero por menos pluma que tenga. Las sobras también pueden acabar en el corral, para el gato. Si lo que hay en casa es un perro tampoco le hará ascos al hueso del cocido y las gallinas también aprovechan lo suyo, que bien lo merecen aunque sean cluecas. Y con las vacas pues habrá que ver cómo lo hacemos porque según se está poniendo el precio del cereal, y consecuentemente el del pienso, no sé si no tendremos que empezar a afeitar un huevo en el aire. Ya ven, el pienso es el nuevo caviar de los rumiantes.

El precio de la luz, disparado. Los carburantes, ídem. Los cereales, al alza. Y a la cuenta le podemos sumar unos cuantos elementos que no hacen más que empeorarla, porque para ser más productivos tuvimos que crecer, y para ello nos sentamos en la mesa del director del banco de turno para salir de allí con una soga al cuello. Ahora la correa se ha tensado y aprieta tanto que alguno ya está empezando a coger un colorillo azulado que no se debe a otra cosa más que a la falta de aire. Diagnóstico: Asfixia.

¿Y la leche? Lo normal sería que si los costes de producción aumentan, lo haga también el producto que se vende. Pero con la distribución hemos topado. Y a los políticos, que hay que ponerles a comer a parte, se les llena la boca hablando de la Ley de la Cadena Alimentaria, igual que al gocho se le llena la boca con la tajada en la cubil. De poco ha servido predicar con buenas prácticas si no somos capaces de poner en valor lo que producimos dentro del país frente a las cisternas de leche que cruzan cada día la frontera entre Francia y España. Tiradas de precio y de la calidad ya hablamos otro día. Pero amigos, no hay más ley que la ley de que la tajada que lleva dos días sobrando en la tartera. ¿Y qué pasa con ella? Que se la come el gocho. Como se debió comer también la vergüenza de una cadena que ahora se ha convertido en una condena.
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