Hoy es la Avenida de los Cubos, pero de siempre yo la conocí como ‘la carretera de los Cubos’, aunque he de reconocer que, en realidad, ya era una calle, con sus cubos de la calle Carreras decapitados de antiguo, de muy al principio del siglo XX, cuando extramuros del casco antiguo no había demasiada edificación por allí y más bien hacía de camino, hasta que empezó a haber coches y el ‘tráfico’ aumentaba sin parar. Los tiempos modernos de la película de Charlot.
Ha tocado peatonalizarla y, a fuer de sincero, bien está, sobre todo, y además, porque de esa manera se pondrá en valor algo que, en realidad, siempre hemos visto como un monumento de segunda división. O casi ni lo vimos como tal. Yo mismo, mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa, reconozco haber pasado por allí con más pena que gloria. De hecho, el domingo me di un paseíto mañanero por allí, con otros ojos, los de la crítica, y desde luego ya no me pareció que fuera un segunda división.
Porque, claro, en León está la Catedral, San Isidoro y San Marcos, y de ninguna manera la muralla, en ninguno de sus tramos vivos, impresiona como ellas. Ha sido siempre una ‘cosa’ que estaba ahí y que, como ya se ve por las huellas del pasado, estorbaba.
A lo largo de los tiempos, más bien últimos tiempos si consideramos su edad, edificios públicos y privados, incluida la catedral, se la han ido comiendo por completo en unos casos, amputando parcialmente en otros o simplemente ocupando espacios. Se han hecho diferentes desafueros que casi la han dejado en los huesos. Y eso a pesar de que en 1931 fue declarada Monumento Histórico Artístico.
El tramo que nos ocupa, con todo y ser el de mayor dimensión, nunca tuvo demasiada gloria, posiblemente por lo constreñido del espacio que lo rodea, además de los siete cubos eliminados por las bravas y de las edificaciones que lo ocultaban, no obstante lo cual, daba cabida a alguna que otra tienda de antigüedades, algún barecillo, y lo que más fama posiblemente le ha dado: el Genarín, pellejero de mala vida que en el año 1929 fue atropellado por el carro de la basura al que Pérez Herrero y su grupo han llevado al estrellato y la leyenda. Pero esa es otra historia.
Ahora, al fin, después de muchos años, no sé cuántos, ya toca.
Reconozco que este tipo de actuaciones son complicadas, y eso hace que parcialmente perdonemos la tardanza, pues hay que ir a ellas con las dos manos ocupadas, una con la chequera y otra con la piqueta, sin olvidar llevar entre los dientes todo el papeleo administrativo, que no es moco de pavo. Mas no importa: hágase el milagro, hágalo el diablo.
Ya está en marcha la primera fase (la segunda afecta a Era del Moro, más complicada por las excavaciones y elementos adyacentes), según el proyecto de las tres arquitectos Begoña Gonzalo, Enery Acevedo y Mónica Prada. Y su mano se nota.
Se conseguirá, por fin, una vista más completa del conjunto. No llegará a ser la muralla romana de Lugo, que es mucha muralla, o la medieval de Ávila, pero sí que tendrá, al menos, el nivel que merece junto a los tres principales edificios históricos de siempre.
Además de dignificar el entorno y ordenarlo, el proyecto pone en valor al completo todo el tramo desde la calle Ramón y Cajal, marcando un itinerario hasta llegar a la explosión final en la Catedral (aunque ésta se haya comido un trozo de la misma, se lo perdonamos) por un paseo semiajardinado y cómodo. Se ha soslayado la reposición de los siete cubos cercenados, sustituyendo su volumen por una marcación en el suelo (ayer mismo se empezaban a descubrir las bases de los cubos), suficiente para su conocimiento, además de ganar ‘aire’ para la muralla y dar conciencia de las barbaridades que en su día se hicieron.
Quiero suponer, además, que la decisión de no reponer los cuerpos completos se ha tomado a la vista del resultado de las actuaciones en el Mirador de El Cid y en Conde Rebolledo, recuperación a la que no se le puede negar buena intención, pero que, en realidad poco dicen más allá de aquella. Se notan demasiado ‘nuevos’ (y es que lo son) y eso los hace artificiales.
Va a desaparecer, aleluya, la edificación de la esquina de la calle Carreras y Los Cubos. Más vale tarde que nunca (piqueta, talonario y papeleo, ya se sabe), último resto existente en el tramo. Del resto, el que enlaza con la catedral… ya veremos. Pero que no decaiga.

La ‘carretera de los Cubos’
11/02/2022
Actualizado a
11/02/2022
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