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La agenda y el vacío existencial

07/01/2023
 Actualizado a 07/01/2023
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Siempre me ha sorprendido que las agendas cuesten tanto a pesar de estar tan vacías. Algunas son bastante más caras que los libros, que por lo menos sus autores nos ofrecen llenos de historias, de ideas, y en los que tanto han puesto de sí mismos. Pero la agenda no, la agenda se nos vende como un vacío existencial que nosotros mismos tenemos que llenar. Si vinieran ya con algunos planes interesantes, y no me refiero a nada extravagante ni carísimo, sino que en la agenda que acabamos de comprar nos aparezca una comida con amigos el veinticuatro de febrero, un buen día de playa en abril, o descubrir una película fascinante al comienzo del otoño, pues oye, ya sería otra cosa.

Pero todo el trabajo en ese páramo blanco que es una agenda a comienzos de año debemos hacerlo nosotros. Cómo lograr que haya verdura buena y abundante en los despojados, los fríos surcos rectilíneos que hay bajo cada día, he ahí la cuestión.

En mi caso, necesito tener agenda, y mejor lo digo en plural, porque siempre me compro una grande y una pequeña, y dos calendarios para organizarme. Hay quien además hace listas -incluso larguísimas y prolijas listas- con propósitos de año nuevo. Casi siempre he apuntado también en una libreta, a finales o a principios de año, las dos o tres cosas que quiero conseguir, aunque éste todavía no lo he hecho. Debe de ser que las llevo a fuego en la cabeza.

Hablaba con un amigo sobre estas fechas navideñas y sus cosas buenas y regulares (y malas, también), y le confrontaba en que una de ellas es en realidad mejor de lo que se dice. «No sería ilustrado y positivista si no aspirara a un cierto grado de cuasi perfección», me contestaba con ironía. Y también con la base de sus estudios de filosofía, lo que a veces me obliga a repensar -y a documentarme- sobre sus respuestas, porque siempre siento que hay algo que se me escapa. Ese amigo también me decía, por el contrario, que la mejor aspiración para muchos será el «virgencita que me quede como estoy». Pues no lo sé. Sólo advierto de que tenemos una agenda desértica entre las manos y habrá que rebuscar semillas en el bolsillo.
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