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La justicia con ojos y manos vendados

25/11/2025
 Actualizado a 25/11/2025
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La separación de poderes, que se manifiesta muy especialmente en la independencia del poder judicial, es condición indispensable para evitar vivir en una dictadura. Se da la circunstancia de que exactamente medio siglo más tarde de la muerte de Franco en España se han puesto en evidencia dos cosas: por una parte la independencia de la justicia, caiga quien caiga, demostrada en la condena al Fiscal General del Estado. La venda en los ojos que lleva el icono que representa la justicia significa que ha de ser igual para todos, sin mirar privilegios. Por otra parte, nunca como ahora, la justicia está siendo atacada por nuestros actuales gobernantes y por sus lacayos, que no dudan en manifestarse contra las resoluciones judiciales, cuando les afectan a ellos. Solo le dan la razón cuando los condenados no son de su cuerda. Doble vara de medir.

Hace algunas semanas, nada más y nada menos que el expresidente de Francia, el señor Sarkozy, ingresaba en prisión. Ciertamente, es algo muy duro, pero eso significa que en Francia funciona la democracia. En España tenemos numerosos ejemplos. Dos importantes socialistas como José Barrionuevo y Rafael Vera entraron en la cárcel y otro tanto ocurrió con políticos del PP como los exministros Matas, Zaplana o Rodrigo Rato, que también ingresaron en prisión. Y hasta el mismísimo yerno del Rey, Iñaki Undargarín, e Isabel Pantoja, se vieron privados de libertad y no por eso se ha puesto en tela de juicio la actuación de la justicia. 

Ahora, por el contrario, ante las recientes sentencias condenatorias y ante las que parece que están por venir, la actitud de la izquierda actual es totalmente distinta y, como ocurre con las dictaduras, pretenden poner una venda no tanto en los ojos cuanto en las manos al poder judicial. Eso es muchísimo más grave que la corrupción por apropiarse de lo ajeno. Es corromper el fundamento esencial de la democracia. Claro que también hay otro truco que están empleando para evadirse de la ley: cambiarla para que favorezca a los delincuentes. 

Hace algún tiempo comentaba una juez lo duro que era para ella tener que decretar la prisión para alguien, pero que no le quedaba más remedio. No nos alegra ver a nadie entre rejas. Cuando en días pasados vimos salir de la cárcel a Santos Cerdán, después de varios meses de encierro, poniéndonos en su lugar, nos alegramos por él, al igual que por el indulto a Sarkozy, pero  ello no es incompatible con el respeto a la justicia, igual para todos.

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