01/08/2023
 Actualizado a 01/08/2023
Guardar

El futuro de la humanidad lo formarán los jóvenes de hoy, pero no depende solamente de ellos, sino también depende de los adultos, que sientan las bases. Así, por ejemplo, juegan un papel muy importante las leyes de educación y los responsables de la educación, incluidos, por supuesto, los padres. Precisamente muchos padres se sienten desbordados y resignados a ver cómo hay otros muchos factores, no siempre positivos, que conforman la personalidad de sus hijos. De hecho se constata cómo cada vez resulta más difícil para padres y docentes trabajar con las nuevas generaciones de niños y adolescentes. 

La Iglesia es por naturaleza madre y educadora y por eso puede jugar un papel muy importante en la formación de la juventud desde las distintas catequesis, la enseñanza y la pastoral juvenil. Hasta el presente han sido muchos los frutos visibles de esta labor. Se nota muchísimo en los chicos que forman parte de los diferentes grupos parroquiales, aunque sean minoría los que pertenecen a ellos.

Fue el Papa San Juan Pablo II en 1984 quien inició este tipo de encuentros mundiales que han tenido lugar en todo el mundo, como Australia, Filipinas, Canadá, Brasil, Polonia, España… y estos días en Lisboa, en total hasta 28. Recuerdo la celebrada en Madrid en 2011 con la participación de dos millones, sin ningún incidente llamativo. Nada que ver con infinidad de conciertos y botellones y todo el desorden y basura que con frecuencia provocan. Resulta muy positivo visibilizar que hay en todo el mundo jóvenes que toman en serio la vida, inspirados en la Buena Noticia de Jesucristo, y que eso les ayuda a ser felices y a comprometerse también en ayudar a los demás. Por supuesto que son muchos más los millones de jóvenes que no pueden asistir a las jornadas, pero que desde sus países respectivos viven ejemplarmente su compromiso cristiano con todas las consecuencias que esto trae.

Por desgracia, una gran mayoría de jóvenes viven totalmente perdidos y desorientados y, por mucho que intentan disfrutar de la vida, se encuentran al final con una profunda insatisfacción y vacío. No es de extrañar que aumenten cada día del número de suicidios. Contrasta esto con la alegría profunda de quienes saben que sin Dios es muy difícil experimentar la felicidad.

Estamos seguros de los jóvenes participantes en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa vendrán reconfortados con las palabras del Papa y será para ellos una inyección de ánimo. Ojalá puedan contagiar a su vuelta a otros que no han asistido.
 

Lo más leído