Cuando oímos la palabra ‘apocalipsis’ tendemos a pensar en una situación extremadamente difícil y angustiosa, como puede ser un terremoto, una catástrofe, una guerra… Así, por ejemplo, si ahora se desatara una tercera guerra mundial con armas nucleares, nos encontraríamos ante una situación apocalíptica. Pero el significado original de ‘apocalipsis’ es más bien positivo: ‘revelación’. En el caso del Apocalipsis, el último libro de la Biblia, significa que Dios tiene algo importante que decirnos, aunque sea a través de acontecimientos muy dolorosos. Es un libro que fue escrito en clave, muy rico en imágenes literarias, para poder pasar la censura. El gran enemigo entonces, la Bestia del Apocalipsis, era el Imperio Romano. Pero es un libro perfectamente actual. Hoy la Bestia se llama Vladimiro Putin y sus muchos imitadores.
En este momento ignoramos cómo va a terminar esta cruel y absurda guerra o quién va a ganarla, o si todos seremos perdedores. El mensaje fundamental del Apocalipsis es que, más allá de los sufrimientos que podamos padecer y de la misma muerte, la victoria final la tiene Dios y los que le siguen, aunque tengan que pasar por grandes tribulaciones. Sí, este Dios al que la sociedad actual, incrédula y orgullosa, parece querer desterrar. Una sociedad que al margen de Dios está condenada al fracaso, como podemos comprobar cada día. ¿Acaso no tienen plena actualidad los Cuatro Jinetes del Apocalipsis? Por si el lector los desconoce le recordamos que son la peste, la guerra, el hambre y la muerte. Aquí están entre nosotros.
La peste hoy tiene un nombre: coronavirus. No tiene por qué ser la última. Todo indica que no nos ayudado a ser mejores. Seguimos igual de incrédulos y de insolidarios. La guerra, una guerra muy especial, ya está aquí. Y está poniendo en evidencia la decadencia de un Occidente que ha vivido muy feliz como los pasajeros del Titanic, bailando al son de la orquesta, mientras el barco se hundía. El hambre ya está presente en gran parte del mundo. La crisis económica que se nos viene encima tendrá efectos dramáticos. La muerte viene unida a la peste, a la guerra y al hambre. Y en el mejor de los casos, antes o después, todos tenemos que morir. También Putin.
Cuando un hijo se porta mal, los que son buenos padres los corrigen y, si es necesario, los castigan, por amor. Reconozcamos que somos malos hijos y malos hermanos, desobedientes y egoístas. A Dios eso no le puede resultar indiferente. Por eso nos está diciendo algo, como en el libro del Apocalipsis.

Jinetes del Apocalipsis
08/03/2022
Actualizado a
08/03/2022
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