29/08/2023
 Actualizado a 29/08/2023
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En la película ‘Invictus’ dirigida por Clint Eastwood, adaptación del libro ‘Playing the enemy’ de John Carlin, Nelson Mandela tras ser puesto en libertad llega a la Presidencia de su país y decreta la abolición del ‘Apartheid’. Lejos de buscar la revancha, como muchos esperaban (probablemente aquellos que así lo harían), busca una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca como base firme sobre la que construir un nuevo país igualitario y en paz. El instrumento fue la celebración en Sudáfrica de la Copa Mundial de Rugby que fue utilizada por el líder negro para construir la unidad nacional. Hemos cambiado de siglo y el deporte sigue siendo uno de los nexos de unión más poderosos de un país, personalmente disfruto viendo la bandera de España como enseña que nos representa a todas y todos y no como instrumento de división, secuestrada por los que creen que les pertenece, aunque en realidad les importe poco mancharla poniéndola al servicio de justo lo contrario de lo que debería propiciar, la unidad territorial. Eso lo consiguió nuestra selección femenina de futbol con su victoria en el mundial, una España unida en torno a su selección, orgullosa ondeando una bandera, en este caso sí, inclusiva y cargada de simbolismo. Consiguieron la victoria deportiva al proclamarse las mejores del mundo y consiguieron muchísimo más, tras años de lucha, sinsabores y un trato desigual, mujeres tenían que ser las que bridaron una lección tan valiosa a las que vienen detrás: vosotras podéis decidir lo que queréis ser o hacer. Una lección real, al alcance de la mano, tan real que inevitablemente se topó con el cáncer que pudre los cimientos de una sociedad libre, el machismo, porque sin igualdad no hay libertad. El machismo es tan estructural, está tan enraizado en nuestra sociedad que se muestra agresivo, soberbio, intimidante y sin ápice de pudor. ¿Qué mujer no comprendió lo que ocurrió en el instante de un beso forzado y no consentido que todas vimos? Si son sinceras, ninguna. Lo comprendemos porque todas hemos crecido en una sociedad patriarcal en la que comentarios, gestos y acciones cotidianas nos incomodan, ofenden, vejan y agreden y ante la presión de la normalización de estos comportamientos todas hemos transigido, en mayor o menor medida, porque si no lo hacíamos así automáticamente las bordes, las histéricas, las feminazis éramos nosotras y ellos las víctimas. Mujeres tenían que ser las que han sido capaces de mostrar al mundo que se acabó por mucho que alcen la voz, manipulen, mientan y nos acorralen. El discurso del que nunca debió ser presidente de la FEF ofrece un compendio de violencia machista digno de estudio, ante la evidencia de una sociedad cambiante que no tolera sus abusos y agresiones se defiende creando una realidad paralela falsa y dañina que ya nos es conocida. Culpa a la víctima, miente sobre el consentimiento y señala a políticos de izquierdas, aunque políticas y políticos de otros partidos también hayan pedido su dimisión, para establecer el asunto en una guerra ideológica que desvíe el foco sobre el hecho, un beso no consentido, forzado, desde una posición de poder en un ambiente profesional, todo aderezado con múltiples algaradas de macho ibérico. Ante lo que es un ejemplar de machista auténtico estas ‘falsas feministas’ estamos orgullosas del «se acabó» de nuestras campeonas, verdadera marca España. Viva esta España libre, diversa, inclusiva y con futuro. La victoria de nuestra selección ha hecho historia, el punto y final a comportamientos vejatorios hacia las mujeres en el deporte también, aunque sabemos que queda mucho por hacer y que como dijo Simone de Beauvoir «no olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida». Los aplausos en la asamblea de la FEF nos deben recordar esto, el machismo está aún tan normalizado que muchos piensan que aplaudir a un acosador culpabilizando a la víctima es gratuito así como el silencio cómplice de tantos futbolistas hombres (lo que hace más honrosas las excepciones que las ha habido), o de máximos exponentes del deporte nacional, he echado de menos el apoyo de Rafael Nadal, el cuasi beatificado campeón de tenis español, el motivo puede ser el miedo a perder el apoyo de la ultraderecha, de los que niegan la violencia machista, lo que hila perfectamente con el discurso del ‘ya nunca más presidente’ Rubiales, intentando polarizar y dividir lo que ha sido un clamor unánime. El miedo ha cambiado de bando y para valientes las campeonas del mundo, gracias por la inspiración, por la fuerza para seguir luchando, eternamente agradecida... Más allá de este lugar de ira y llantos, acecha la oscuridad con su horror. Y sin embargo la amenaza de los años me halla, y me hallará sin temor. No importa cuán estrecho sea el camino, ni cuántos castigos lleve a mi espalda, Soy la ama de mi destino, Soy la capitana de mi alma».

María Rodríguez es doctora en Veterinaria por la Universidad de León (ULE)

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