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Inteligencia artificial

29/04/2023
 Actualizado a 29/04/2023
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La adicción a las pantallas es el mal de moda de nuestra era, lo mismo puede dinamitar una relación de pareja que arruinar la adolescencia de un chico. Solo el ser humano, a pesar de estar dotado de inteligencia racional, es capaz de tirar piedras contra su propio tejado sin calcular los límites, aunque disponga para ello de las herramientas necesarias.

Los ordenadores y cualquier dispositivo electrónico nos hacen la vida más fácil, tanto que a veces se pasan. Las comunidades educativas del mundo entero tienen ahora un grave problema. Y es que han surgido nuevas aplicaciones de Inteligencia Artificial, como ChatGPT, capaces de realizar a la perfección en unos minutos trabajos enteros que bien podrían catalogarse como TFG o tesis de campo. A primera vista son mini ensayos muy bien elaborados, bastante completos, pues basta con activar el micrófono para ordenar al asistente que añada más datos o incluso ejemplos sobre el tema en cuestión. Lo mismo escribe y recaba información sobre ‘Hamlet’ que te hace un análisis completo del teorema de Pitágoras y su repercusión a lo largo del tiempo. Lo que antes suponía acudir a bibliotecas y tomar notas, pasar esos datos a limpio y realizar una buena presentación, ya se había simplificado en los últimos años con los típicos ‘corta y pega’. Bien, pues ahora es aún más fácil. Se da la orden a un asistente y con una sencilla aplicación aparece todo seguido. La redacción y la sintaxis son robóticas, impersonales, pero impecables, correctas. La información cuestionable, porque desconocemos las fuentes que el aparato ha decidido utilizar, pero da el pego.

Lo mismo que se inventa la trampa surgen los antídotos. Pequeños parches para cazar traidores. El mundo entero se nos va convirtiendo en puro engaño y es probable que ninguna rama del conocimiento escape a ello. ¿Aceptaremos vivir constantemente entre espejismos? ¿Queremos asesinar el futuro de la sabiduría?
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