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Indignación en la Chantría y la Lastra

29/09/2023
 Actualizado a 29/09/2023
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Todo está conectado y cuando nos quejamos de lo mal que está la economía, la política, la sociedad… en muchos casos la semilla de esa situación es la misma. Una enfermedad cuyo origen es, paradójicamente, el famoso estado del bienestar del que tanto se habla.

A las sociedades siempre les sucede lo mismo. Cuando un imperio o superpotencia parece alcanzar unos niveles de satisfacción máximos, es cuando llega su declive, tal como dice la frase de G. Michael Hopf «tiempos difíciles crean personas fuertes, personas fuertes crean buenos tiempos, buenos tiempos crean personas débiles, personas débiles crean tiempos difíciles».

A nivel nacional, tenemos ejemplos de esto. Si no, cómo podría explicarse que se falte el respeto a un acto tan solemne como un debate de investidura encargando la réplica al candidato a una especie de pistolero verbal, un absoluto maleducado que, azuzado por sus compañeros de bancada socialista, parecía convertir el Congreso en un corro de pelea de perros. Cómo podría explicarse que la vicepresidenta del Gobierno declare que los ricos planean marcharse de la tierra en naves espaciales y no se le inhabilite por sospechas en su estado de salud mental. O cómo puede ser que un golpista sea el que decida el gobierno del país que quiere destruir. La cosa no va bien, se lo aseguro.

Pero en León también tenemos muestras de esa decadencia social, ese cansancio en seguir prosperando como sociedad madura, ese abandono del esfuerzo y la excelencia, ese buenismo que intentándolo hacer pasar por derechos democráticos, solidaridad y progresismo, lo que provoca son graves injusticias, conflictos e indignación entre nuestros vecinos.

Desde hace meses, los barrios de la Chantría y la Lastra están sufriendo día sí, día no, los asaltos en comercios del llamado «ladrón de la alcantarilla», un joven de 22 años al que policía y vecinos conocen perfectamente y que lleva ya en este año al menos 50 robos con el mismo modus operandi. Coge una alcantarilla, rompe con ella los escaparates, se introduce en el establecimiento, coge la caja registradora y sale caminando con ella debajo del brazo.

Una temporada le da por las tiendas de reformas y pinturas, otras veces por floristerías y ahora está desbalijando peluquerías con una forma de proceder tan evidente, que los vecinos llegan a predecir cuál será el siguiente comercio asaltado, provocando más pérdida por los desperfectos que ocasiona que por lo que se lleva y originando una lógica indignación de los autónomos que se sienten vulnerables y completamente inseguros.

Los mismos agentes de policía muestran su desesperación e impotencia cuando le detienen cada dos o tres días, incluso en pleno acto, y tardan más tiempo en llevarle al juzgado que lo que tarda en salir de él para seguir con sus correrías nocturnas.

Hoy viernes, al parecer, tiene una nueva cita en el juzgado para responder de su penúltimo robo y ya los propios funcionarios dan por hecho que lamentablemente, como las otras decenas de veces, volverá a salir impune.
 

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