Ha ocurrido un desastre ecológico en nuestros montes, y lo más grave es que las llamas se han cobrado vidas humanas.
Los que leen con frecuencia mi columna saben que en raras ocasiones «hago política partidista», aunque, como es obvio, tengo mi propia ideología.
Hoy, y sin que sirva de precedente, voy a intentar decir algunas cosas elementales, eso sí, sin emular al «cuñado» repantigado en la barra del bar impartiendo doctrina, ese que tiene soluciones fáciles para problemas muy complejos.
A) Las comunidades autónomas (CC. AA.) son tan Estado como el gobierno central o los ayuntamientos y tienen la obligación de asumir y ejecutar las competencias que les correspondan por ley.
B) A nadie se le ocurriría pensar, salvo al «cuñado», que el presidente de una CC. AA. tenga que regular el tráfico de un ayuntamiento, que es el que tiene la competencia, o que lo haga la DGT. ¿Verdad que no?
C) He escuchado decir: ¡Que manden al ejército!, como si las personas que lo forman supieran algo de incendios. ¡Y por qué no a periodistas, jueces, carniceros o dentistas!, por poner solo unos ejemplos, que saben lo mismo que el militar profesional... ¡salvo la UME! Otra cosa es que el ejército pueda y deba aportar maquinaria para desbrozar, hacer cortafuegos o proteger los núcleos de población.
D) Es diferente que colaboren voluntarios de los pueblos puesto que conocen el monte y sus caminos, pero no se puede «fabricar» un bombero en una charla mañanera, ya que es una profesión que requiere conocimientos previos, si bien ahora salen expertos en incendios como setas en otoño.
E) Algunos reclaman que los políticos salgan de sus despachos... ¡No se me ocurre para qué! Que sigan en su sitio, pues es más conveniente que estar haciéndose fotos con la manguerita.
Esto va de profesionales y técnicos, de políticas de prevención y de partidas presupuestarias. Salud.