No hay cosa que más me joda que tener que ocupar estas líneas con cuestiones deportivas. Escribir una columna de opinión sobre fútbol es darle la importancia que no tiene, pero tenía razón Valdano cuando decía aquello de «lo más importante de las cosas menos importantes». No me gusta especialmente elevar cuestiones de barra de bar a altares mucho más sesudos, pero lo cierto es que tampoco es este trocito de papel que ocupo un ejemplo de exquisitez en la selección de temas y sí un precipicio en la calidad de este, por otra parte, sensacional periódico.
Que me esnorto. El caso es que no sé si lo sabrán, pero el equipo de fútbol de esta vieja ciudad se encuentra, de forma absolutamente objetiva, en el mejor momento en el que le han visto sus aficionados. Al menos aquellos que tengan menos de 70 años. Entonces la Cultural conseguía jugar por primera vez y hasta el momento única en la máxima categoría del fútbol español e incluso se permitía alcanzar rondas avanzadas de la por entonces Copa del Generalísimo, ahora por suerte Copa del Rey. Hoy, en octavos de final de esa competición y en una posición intermedia en la clasificación de la Segunda División (sí, ya sé que a solo un partido del descenso, pero a ver quién no firmaba acabar el año así), no salgo de mi asombro cuando leo, veo o escucho a gente que acude al Reino de León inconforme con lo que está presenciando. No me duele especialmente de aquellos conocidos como ‘subecarros’, gente a la que el abono de la Cultural le va y le viene en la cartera según le vaya al equipo y por lo tanto no ha penado por los campos de España como otros sí han hecho. De esos algunos se quedarán para siempre en el carro y solo por eso ya merece la pena aguantar al resto. No alcanzo a comprender el inconformismo de quienes sí estaban en los años malos, que han sido casi todos. Son pocos, pero se les oye demasiado y seguramente responden al carácter leonés más llevado al extremo, con el lema claro del «todo mal siempre». Es momento de disfrutar de cosas que jamás imaginé ver en mi equipo. De no poder hacerse socio porque el campo está lleno, de ganar en campos que solo veía por la tele, de no ser el raro cuando se habla de la Cultu en el bar. Para preocuparse, como para escribir columnas de opinión, ya están las cosas importantes. Ups.