Alfonso Martínez color

Importante y superfluo

24/03/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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Siempre he sido madrugador, incluso durante estos días de asueto que me han servido para inaugurar la temporada de primavera en Redipollos. Aunque no es lo mismo salir de la cama para desayunar e ir a dar un paseo por el monte con la bici que hacerlo para quedarse petrificado en el sillón ante un nuevo acto de cobardía cometido por esta recua de indigentes mentales que se han fijado como objetivo sembrar el terror entre la población de los países medianamente civilizados.

Cierto es que un atentado de este tipo en el corazón de las instituciones europeas tiene mayor repercusión que cualquiera de las barbaridades que se cometen a diario en este nuestro mundo, pero ha de servir en cualquier caso para aprender a discernir lo importante de lo superfluo. Ha tenido que ocurrir esto para que los gestores de la cosa pública se bajen de la burra y se dignen a hablar por teléfono, porque hasta ahora estaban mucho mejor escuchándose a sí mismos y sumando escaños con la calculadora como si fuesen azafatos del ‘Un, dos, tres’.

Y aquí en nuestro terruño leonés preferimos discutir sobre quién limpia los restos de los botellones universitarios o linchar a un concejal por empezar una obra antes de tiempo para crear medio centenar de puestos de trabajo que buscar soluciones a la continua emigración de nuestros jóvenes mejor preparados.

Mientras no se dejen atrás el cainismo y la estrechez de miras que azota a nuestra sociedad en el día a día jamás podremos hacer frente a los problemas que realmente nos acechan a todos.
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