julio-cayon-webb.jpg

Igual que siempre

28/12/2025
 Actualizado a 28/12/2025
Guardar

Finaliza el año. Apenas tres días más y borrón y cuenta nueva. Eso dicen. Lo malo –o lo habitual- es que nunca, salvo excepciones, ocurre así. La correa de transmisión sigue girando machacona -como si se tratara de un sinfín enloquecido-, al igual que en ejercicios anteriores.  Y es que en el fondo (y en la superficie, que apostillaba el Juan Morano de sus buenos tiempos) el cambio se produce en el sentido numeral, en el calendario, y, a partir de ahí, la vida sigue igual. Lo cantaba Julio Iglesias allá por 1969, en el inicio de su brillante y fructífera carrera musical. Y tenía toda la razón y nada más que la razón el reconocido y universal español.

Siempre es más de lo mismo. Por ejemplo. En la atardecida superada de Nochebuena, a eso de las 9 –un ferroviario, solvente con su encomienda y responsabilidad, diría las 21 horas- aparecía el Rey Felipe VI en las televisiones públicas y privadas, para trasladar a la nación el tradicional mensaje de Navidad. Al margen de su contenido, que cada cual escucharía y valoraría a su leal saber y entender, las reacciones de los políticos, politiquines y politicastros ante la intervención real se conocían de antemano. Invariablemente. Dijera lo que dijera. 

Así, la derecha suele destacar algún entrecomillado del discurso en un contexto positivo, laudatorio, mientras que la extrema izquierda navega en sentido contrario. Es igual de dónde proceda el viento. Como ocurría con un destacado papón de una de las tres cofradías centenarias. Durante el transcurso de la junta general de hermanos y antes de que el secretario concluyera la lectura del punto en cuestión del orden del día, se ponía en pie y con voz grave y no exenta de autoridad, señalaba: «Me opongo». Pues algo parecido, aunque, claro, en planos muy diferenciados. Aquello era algo costumbrista en él. Lo de la ultraizquierda con la monarquía, una invasión permanente. Que se lo pregunten a Podemos, Sumar, Bildu… y algún otro. 

A tal necedad alcanza el comportamiento y las reflexiones de ciertos sujetos, que el propio y orondo (y no es despectivo) Oriol Junqueras, izquierdista y presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) tildó el mensaje real de «apología de la violencia»; es decir, que Felipe VI, con sus palabras, animaba a la brutalidad o extralimitación general en el territorio. Un ‘dije’ este jicho. Un iluminado. Ya no se acuerda que un congénere y bigotudo suyo, el conocido y pesadísimo Joan Tardà, no se cortó un pelo del mostacho cuando, hace unos años, declaró con su clásico acento catalán: «Muerte el Borbón». Luego lo quiso arreglar como pudo para salir del jardín en que se había metido. Pero quedó embarrado. 

En resumen. La historia se repite cada Navidad con puntualidad británica (lo de británica es una ironía), por lo que no es sorpresivo, que la artillería zurda percuta cada año sus desgastados y perniciosos obuses contra la Casa Real.   
 

Archivado en
Lo más leído