14/12/2022
 Actualizado a 14/12/2022
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Coincidirán ustedes conmigo en que hay ocasiones en las que la mejor ayuda es no ayudar. Bien podría comenzar así este artículo Unamuno, quien sabía cómo nadie hacer de la paradoja una colleja para espantar la somnolencia del lector y rescatarlo del agua estancada del lugar común y del pensamiento perezoso, vago.

Ayer me escribió un correo un señor, padre de un mozalbete de 20 años, de un universitario que, pese a ser mayor de edad y cursar estudios superiores, necesita que su padre y no él nos escriba para interesarse sobre ciertos asuntos porque están un poco perdidos. Ya lo creo que están un poco perdidos. Aunque no es infrecuente que algunos padres lleven de la mano a sus hijos a la universidad, igual que los llevaban a la guardería, es algo que no deja de sorprenderme. Si creen que así ayudan a sus hijos, están muy equivocados, antes bien les están haciendo un grave daño. Pues crecer es ir valiéndose por uno mismo, crecer es ganar autonomía. Crecer es dejar de gatear y aprender a caminar, a llevar la cuchara a la boca, a atarse los cordones de las zapatillas, a no llevar a mamá o no dejar que mamá vaya con uno a una revisión de examen. Crecer, madurar, hacerse mayor supone ir adquiriendo una serie de herramientas, habilidades, conocimientos, con los que uno podrá defenderse y avanzar en su vida. En esta carrera que es vivir hay unos hitos de paso que señalan nuestro progreso y que superados nos permiten ‘pasar de pantalla’: aprender a silbar, pescar un pez, el primer beso y el primer corazón que se rompió, el carnet de conducir, una muerte cercana, empezar a trabajar…

Pueden añadir ustedes los que consideren pero, estarán de acuerdo conmigo en que freír un huevo también es uno de esos hitos en nuestro camino que debemos superar, en que nos hace más libres. No son las muelas las que nos dan el juicio, el juicio lo ganamos cuando logramos hacer bien un huevo frito. Un señor de Huesca ha inventado ahora los huevos fritos congelados: «Nadie freirá un huevo en su casa en tres años», dice este benefactor de la humanidad. Ojalá se equivoque porque, de ser cierta esta profecía, el final de los tiempos está cercano: «el apocalipsis va a llegar». No sabe ni freír un huevo, se suele decir de alguien que es un inútil. Y así seremos, inútiles del todo, necesitados, mayores que no habremos crecido, peores que niños, si no sabemos freír un huevo y consentimos que nos ayuden mal.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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