18/03/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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¡No he podido nunca olvidar aquel día en Hiroshima! El 6 de agosto de 2009 quise vivir el dolor y las vivencias de los hibakusha, los supervivientes de la masacre nuclear. El silencio conmovedor, las flores, las grullas de origami y un sinfín de símbolos que acabaron al anochecer con la ceremonia de los faroles flotantes de la paz. Aquel día lancé con rabia al río Motoyasu mi farol con un sencillo mensaje: ¡Nunca más! El 6 de agosto se recuerda a los 140.000 muertos que dejó el bombardeo nuclear de ese mismo día de 1945. La bomba de uranio arrojada por los Estados Unidos convirtió Hiroshima en un desolador paisaje de cenizas radiactivas.

Aquel 6 de agosto de 2009 desconocía que unos meses antes se habían inaugurado en Japón 7 nuevos reactores nucleares que hicieron que la cifra de instalaciones operativas ascendiera a 53. ¡Japón se había convertido en el tercer mayor productor de energía nuclear del mundo! La escalada nuclear comenzó en los años 60 cuando el gobierno de Estados Unidos convenció a Japón de que el uso ‘pacífico’ de la energía nuclear contribuiría sin ningún riesgo o problema al desarrollo económico del país. ¡Átomos para la Paz! fue irónicamente el lema de aquella inmensa intervención mediática del gobierno pro-estadunidense. Un inmenso negocio nuclear se montó en una de las zonas con más riesgos sísmicos el planeta. Nadie pensó que después de Hiroshima podría llegar Fukushima.

El día 11 de marzo celebramos cinco años del accidente de la central de Fukushima-Daiichi. Un terremoto seguido de un tsunami provocó tres grandes explosiones de hidrógeno en los reactores 1, 2 y 3, y un incendio en la piscina del reactor número 4. Más de 140.000 residentes dentro de un radio de 20 km de la planta fueron evacuados. La cantidad de radiactividad emitida al ambiente aún no está claramente cuantificada y la crisis nuclear continúa activa. Nadie sabe hasta que punto las secuelas de Fukushima se parecerán a las de Hiroshima y, sin embargo, en 2015 se volvió a abrir la central de Takahama, construida sobre una falla activa. ¿La historia se repetirá de nuevo?

En España tampoco hemos aprendido la lecciones de Fukushima. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha retomado el proyecto de reapertura de la central nuclear de Garoña (Burgos) «para operar hasta los 60 años». Si Garoña consigue los permisos para operar más allá de los 40 años, se abre un precedente para las cinco centrales nucleares que hay en el país. ¿Cuántas Hiroshima y Fukushima deberemos sufrir hasta reflexionar sobre peligros reales de la energía nuclear?
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