19/04/2017
 Actualizado a 11/09/2019
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Tengo tantos bares de cabecera que hay días que me voy a casa escondiéndome de camareros, dueños y clientes para que no me vean y así no tenga que parar. Y esto lo llevo haciendo tantos años que cada vez es más complicado lograr llegar ‘sano y salvo’ al hogar. «Cual es el sitio donde vamos, a dejar pasar el tiempo, tras una barra o en un velador, solo, con alguien o al mogollón», cantaban Reincidentes en su ‘Himno al bar’. Y es cierto, porque todos tenemos ese local al que vamos con asiduidad y sin perjuicio de dejarnos allí más de lo debido. Como aquel sitio al que un día llegué al azar, al buen tun tun, y en cinco años pagué la hipoteca de los hijos de los dueños. O eso les decía cada vez que me cerraban. «Se utiliza pa’ ligar, hay quien puede hasta estudiar, y es fuente de inspiración», seguían los rockeros sevillanos, y de esto también estamos todos seguros, por muy difícil que parezca alguna de las afirmaciones de la banda que también homenajeó y criticó el ‘Vicio’. Pero cada vez que un hostelero se queja de que los clientes solo van a la caña y a la tapa y dejan poco dinero, miro mi bolsillo alucinado. No sé si es que quieren que dejemos ahí el salario, o que consumamos más y más pese a que la situación económica no es tan boyante como algunos nos hacen creer. Quizá es que se quejan porque si un día dicen que les va de maravilla la gente dejará de ir a los bares. Pero el caso es que si quieren que haya más consumo y no lo hay, a lo mejor es porque no se lo han ganado, o por lo menos no merecen estos himnos rockeros.
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