Quede claro que los trabajadores de los circos merecen todo nuestro respeto y admiración, incluidos, por supuesto, los payasos, que tanto han ayudado a los niños, y mayores, a sentirse felices. Tampoco dejamos de valorar esta actividad por el hecho de que los antiguos emperadores romanos utilizaran el circo, junto con el pan, “pan y circo”, como instrumento para entretener y engañar al pueblo incauto. Hoy la frase podría cambiarse por “paguitas y futbol”.
Pero hete aquí el Presidente del Gobierno ha puesto al circo de actualidad con ocasión de su comparecencia, obligada, ante el Senado para dar cuenta de algunas de sus andanzas. Se ha tratado, sin duda, para él de una situación un tanto incómoda, al no poder explayarse y gastar el tiempo tan alegremente como en el Congreso de los Diputados, donde la Presidenta es de su cuerda. Pero, como tiene salidas para todo, lo ha arreglado con una frase, lapidaria, de esas que dejan huella: “Esto es un circo”. Es difícil y ridiculizar más y mejor a la Cámara Alta o, lo que es lo mismo, de reírse de los millones de electores que han votado a los senadores. Si el Senado es un circo, quiere decir que no sirve para nada. Desgraciadamente el Congreso a veces también produce la misma impresión, si bien, en el caso que hoy nos ocupa del Senado, la descalificación hecha por Sánchez ha sido para escabullirse y no responder a las preguntas que le han hecho. En todo caso hemos de reconocer que el poder desgasta mucho y se nota que a nuestro Presidente le está afectando mucho a la memoria.
Tuve la oportunidad de seguir, de fondo, las intervenciones de los comparecientes, excepto en algunos casos en los que me resultaba insoportable, cuando preguntaban los que hacían descaradamente la pelota al inquilino de la Moncloa. Comprendo que le deben el pan de cada día y algo más que el pan, pero no por eso es menos bochornosa su actitud.
Al escribir esto, pienso en socialistas honrados que puedan leer estas líneas, que los hay. Que no se sientan ofendidos. Lo que criticamos, igual que hacen otros socialistas de los de siempre, es la chulería y la falta de escrúpulos de quien ahora nos gobierna, haciendo de la gobernanza de España un verdadero circo en el sentido más peyorativo de la palabra.
No vamos a señalar quiénes son los payasos, también en el sentido despectivo de la palabra, pero pueden ser multitud: aquellos que ríen sus gracias y no se enteran de nada. Además del Senado, ¿no se estará convirtiendo España en un circo?