¿Os acordáis de lo de Gila? Aquello de que iba por la calle y vio como cuatro mozos hechos y derechos le pegaban una paliza a un pobre viejo tirado en el suelo. El bueno de Gila empezó a pensar: «¿Me meto, no me meto, me meto...?».
Y después de preguntárselo varias veces decidió que no podía permanecer impasible y pasar de largo, que había que meterse.
– Y me metí ¡Menuda paliza que le dimos entro los cinco a aquel viejo!
A Gila ya sabéis que se la sudaba todo, que decía que como había quedado mal fusilado en la guerra todo lo que vino detrás era un error. Y razonaba él cuando le echaban la bronca por algo que había hecho o dicho y que no le gustaba a lo que entonces se llamaba ‘la autoridad competente’: «Pues haberme fusilado bien».
Ya ves en lo que dimana un error, que dirían los filósofos de lo rural, que son muy de dimanar.
Pues me viene lo tocante a cuento que yo creo que la autoridad competente –no sé si lo de llamar competente a la autoridad no será otro error– tiene la impresión de que han creído que lo de Gila con el viejo era verdad y andan empeñados en que si hacen lo mismo con Salva y la perra Paca pues es como un chiste de Gila;y se ponen del lado del banco malo, que ya son ganas de perder tinta con los adjetivos, si es banco ya no hace falta especificar que también es malo ¿Te imaginas que ponen en un luminoso El banco bueno?
Pues entre el banco malo, los nazis simpáticos, los que pasamos por la calle y miramos al cielo silbando y la madre que nos parió a todos pues ya somos cinco contra Salva y primero le quitaron a Paca y se la tuvieron que devolver porque si a alguien le quitas todo lo que tiene igual se le acaba la paciencia; después le volvieron a quemar la casa y ahora los muy simpáticos dicen que esa casa, en esas condiciones, es un peligro.
Y Salva sigue haciendo pompas, regalando cuadros, hablando con Paca, leyendo un libro, fumando un cigarro...
Y es que no se puede dejar a la gente a medio fusilar.