10/05/2025
 Actualizado a 10/05/2025
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Lo que desde luego puede decirse del papa León XIV es que ha sido un hombre de consenso en el más extenso sentido de la palabra. En el amplio abanico que abarca desde el más puro tradicionalismo hasta los periodistas más ateos y anticlericales, no hay nadie que no esté encantado con la elección del cónclave.

La razón de tan insólito consenso es que la falta de conocimiento del personaje hace que el único elemento de juicio al que se le somete es su comparación con su antecesor. Con la alegría y el optimismo que el Espíritu Santo irradia sobre el mundo en estas ocasiones, los progresistas ven en Prevost a un continuador de Francisco. En primer lugar porque fue nombrado por éste prefecto del Dicasterio para los Obispos, en segundo, porque ha elegido un nombre que relacionan con el papa León XIII, al que, por ser el autor de la encíclica Rerum Novarum sobre la situación de los obreros, consideran algo así como el patrono del papado progre, tercero, por su pasado como misionero en Hispanoamérica y obispo en una diócesis particularmente pobre, y cuarto porque algunos medios vaticanistas de verdad, consideraban a Prevost uno de los candidatos de la izquierda cardenalicia.

En el polo opuesto, los menos satisfechos con el papado de Francisco se muestran igualmente pletóricos. El nuevo papa presenta diferencias sustanciales con aquel. Es agustino, hombre de enorme preparación intelectual –matemático, filósofo y teólogo de formación–, políglota, y que ha ejercido su ministerio por todo el mundo. No parece un perfil inclinado a las ambigüedades doctrinales del francisquismo, ni a permitir que las ideologías del mundo le tienten hacia los exabruptos políticos con que en no pocas ocasiones nos sorprendía Jorge Bergoglio. Hasta el nombre de León XIV les resuelta esperanzador, porque el papa de la Rerum Novarum no fue sino un adalid contra el comunismo y el socialismo, en contra de lo que puedan pensar los que nunca han leído ni una de sus 85 encíclicas.

Sería maravilloso que ninguna de las dos facciones tuviese que retractarse. Que León XIV sea un papa continuista con los aciertos de Francisco y rupturista con sus errores. Que Dios le ayude.

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