20/10/2023
 Actualizado a 20/10/2023
Guardar

Desde hace unos años somos víctimas de una sucesión continua de crisis, conflictos, atentados… Cada 6 meses, a lo sumo, sucede algo a nivel geopolítico o económico que copa todos los informativos, nos alarma, hace que la economía se pare, incrementa el precio del aceite, de los coches, de los fertilizantes, del combustible, o de cualquier producto que sea de consumo estratégico.

Si son aficionados a la historia sabrán que lo que nos está pasando ahora no es algo nuevo. Cada cierto tiempo el patrón es el mismo. Crisis social, destrucción de ‘pilares’ fundamentales, incremento del precio de los alimentos y los productos básicos, crisis económica, aumento de los nacionalismos y deseos imperialistas, escaramuzas a un lado y otro del mundo, para finalmente terminar a garrotazos, pagando la loza rota los menos responsables del desaguisado, que suelen ser los hijos de unos padres destrozados.

Es una pena, pero el ser humano es así. Por mucho que avancemos tecnológicamente, no podemos pecar de soberbia pensando que nosotros y la sociedad actual, somos mejores que nuestros antepasados, cuando a ellos les motivaban prácticamente las mismas cosas que ahora. Miedo, odio, ambición, religión, raza…

Sería conveniente, para no caer en la melancolía que produce cualquier esfuerzo inútil que decía Ortega y Gasset, empezar a asumir que si no estamos en una guerra global (por no llamarla mundial), poco le queda, porque desde luego, en geopolítica nada pasa por casualidad.

Haciendo un repaso somero por continentes, en el corazón de Europa hay una guerra contra Rusia o, mejor dicho, contra Putin, que recordemos dijo que el fin de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX. En Sudamérica la inestabilidad política cada vez es mayor y son miles los asesinatos que se producen cada año en una suerte de guerras civiles no declaradas. En oriente medio el islamismo radical, auspiciado por países donde se cuelga de grúas a homosexuales o se apedrean a mujeres por llevar mal colocado el velo, intenta acabar con Israel. En Asia, China fantasea con invadir Taiwán, mientras apoya a Putin para desestabilizar a occidente y en África, donde los chinos se están haciendo con todos los recursos estratégicos, parece que a nadie le importan los 10.000 muertos en Sudán o los 800.000 en Etiopía.

Mientras tanto, el buenismo de occidente, que ve con malos ojos la defensa armada de nuestra cultura, nuestra democracia y nuestra libertad y el colaboracionismo de la izquierda que actúa como quintacolumnista social, nos pone en una posición de vulnerabilidad preocupante que intentamos ‘enmendar’ con la colocación de velas, flores y peluches en los sitios donde actúan los lobos cada vez menos solitarios.

Recordemos que hace menos de 80 años, el mundo libre tuvo que defender su estilo de vida y su democracia de forma taxativa lanzando miles de toneladas de bombas sobre Dresde o lanzando las dos únicas bombas atómicas utilizadas, sin ningún tipo de llamamiento a la proporcionalidad.

Lo más leído