02/12/2023
 Actualizado a 02/12/2023
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La mentira es algo innato al ser humano. Cuando nuestros antepasados se paseaban desnudos y tenían sus cuerpos cubiertos de pelo ya mentían. Era un mecanismo de supervivencia, tanto para huir de peligros como para acechar a sus presas. Con el paso del tiempo y gracias al desarrollo cerebral comenzaron a utilizar este proceso cognitivo para conseguir un beneficio, daba lo mismo que fuera para salir mejor parado en un trueque que para dormir esa noche acompañado. Podría decirse que al mismo tiempo que los seres humanos fuimos evolucionando, las mentiras siguieron un desarrollo paralelo. 

Como en otros muchos aspectos de la vida las personas también hemos pervertido la esencia de la mentira y las consecuencias son nefastas. Sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de que en la balanza de la verdad y la mentira, esta última cada vez gana más peso. El grave problema es que cada vez es más complicado intentar vencer a un mentiroso con la verdad, lo que nos lleva irremediablemente a utilizar la mentira para combatir a otra mentira. Esto que podría parecer algo anecdótico o curioso, es más nocivo de lo que se pueden imaginar, porque al final estamos viviendo en una gran mentira.

Las redes sociales son un evidente de ejemplo de cómo la mentira ha inundado nuestras vidas. Aparentamos lo que no somos para conseguir cierto status o para dar envidia a los supuestos amigos virtuales. Ya no solo es que queramos hacer ver que tenemos una vida ideal, sino que hemos llegado al sinsentido de utilizar filtros para cambiar nuestro aspecto. En las relaciones personales la mentira está cada vez más presente y esto es nefasto, porque sólo tenemos dos opciones, mentimos también como cosacos y somos cómplices de la gran farsa en la que vivimos o sufrimos la penitencia de ir contra corriente, convirtiéndonos prácticamente en eremitas del siglo XXI.

Es duro reconocerlo, pero creo que el resultado de la batalla entre la verdad y la mentira ya está escrito y es prácticamente imposible cambiar el final de esa lucha en la que nos jugamos mucho como especie. La mentira saldrá victoriosa. Tanto es así que incluso ha conseguido despojarse de las connotaciones negativas que evidentemente tiene. Sólo hay que escuchar a algunos de nuestros políticos y ver la reacción de la sociedad. Que muchos políticos mientan no me preocupa, lo que me asusta y me entristece es ver cómo gran parte de la ciudadanía les compra dichas mentiras, aún a sabiendas de que son mentiras. Inexplicable pero cierto. 

 

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