01/09/2023
 Actualizado a 01/09/2023
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Si algo le gusta a un gobernante socialista es decir a la gente qué está bien y qué está mal, qué es moralmente censurable y qué no, pero, sobre todo y por encima de todo, lo que realmente le alegra el día, lo que le hace feliz, es prohibir algo. Eso de prohibir les sube la autoestima, les ratifica en su idea de que ellos siempre tienen la razón y el ciudadano necesita que le indiquen el camino a seguir.

La capacidad de crear leyes y ordenanzas les permite descargar la responsabilidad de sus carencias de gestión en el ciudadano, escurriendo el bulto y tapando sus vergüenzas. Ellos nunca se equivocan, ellos son la administración por la gracia de Dios y todo lo que pase es porque lo hacemos nosotros mal.

Es lo mismo que se trate de una pandemia cuando nos decían que la culpa de todo era nuestra por no ponernos guantes ni taparnos correctamente la boca, que de la inflación de la que nos han culpado por ser unos ‘derrochones’ y gastar sin cabeza, que de la suciedad de las calles, la cual parece que en León, es culpa de los que tienen perros.

El actual equipo de gobierno socialista en el Ayuntamiento de León, nos quiere hacer pensar que la mierda y mugre que cubre desde hace años aceras y fachadas de edificios es responsabilidad de los propietarios de perros que van cagando y meando por cualquier sitio de León (los perros, no los dueños).

Para dar importancia al asunto, el pasado miércoles comparecieron en rueda de prensa, con solemnidad, el alcalde de León y el concejal de Limpieza para reconocer que León está hecho un asco, pero en lugar de presentar un informe del estado de suciedad de nuestra ciudad y un plan de choque para revertirlo, van y presentan un cambio en la ordenanza municipal con la que obligarán a los propietarios de perros a recoger los excrementos (que ya prácticamente todo el mundo hace) y eliminar la orina de sus mascotas con detergentes biodegradables, endureciendo el régimen sancionador de todo aquel que no cumpla con la nueva ordenanza.

Imagino que ahora contemplen una unidad policial especial (policán) que, escondida tras las esquinas, compruebe si la gente se salta esta medida y pida a los propietarios de perros que les muestren el etiquetado del detergente para ver si realmente se trata de limpiadores de ‘prestigio’ como Ecorin o PisPis urban cleaner o simplemente de una botella de agua con gas.

La rueda de prensa fue tan surrealista y carente de consistencia, que en la misma hablaron al mismo tiempo del comportamiento incívico de «muchos responsables de mascotas que no están cumpliendo» y momentos después hablaron de «un comportamiento de muy pocos de los propietarios».

La realidad es que León está de pena y llena de mierda, las fachadas de nuestro casco histórico son una vergüenza, en muchas aceras de la ciudad hasta se pegan las suelas de los zapatos de tanta mugre que hay, el entorno de los contenedores da asco y muchos de los bancos en parques y jardines son impracticables por cagadas y no precisamente de perros.

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