Genocidio es palabra incluida en el Diccionario de la RAE y lo es como resultado de la conjunción entre el griego “geno” (‘raza’, ‘pueblo`) y el sufijo latino –“caedo” (‘acto de matar’). Fue un término acuñado por el abogado polaco Raphael Lemikin en su libro “El dominio del Eje en la Europa ocupada” (1944).
Significativamente, como es comúnmente comprendido, genocidio es el exterminio o eliminación sistemática y deliberada de un grupo de personas total o parcialmente por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. El genocidio es calificado como el mayor crimen contra la humanidad o epítome de la maldad humana.
Actualmente, entre una de tantas cuestiones sometidas a debate político, existe en España distinta opinión sobre la matanza de gazatíes que está ocurriendo en la franja de Gaza de manos de Israel. Para la izquierda en boca del presidente del Gobierno y militante socialista Pedro Sánchez —y para muchos españoles sin afiliación política ni “sanchistas”, entre los que me incluyo—, lo que está aconteciendo sin paliativos en Gaza es un genocidio. Sin embargo, para la derecha ansiosa de alcanzar el poder —tanto la “valiente” como la “cobarde”— se trata de un episodio más de guerra entre dos bandos, como así sostiene el alcalde de Madrid, el señor José Luis Martínez-Almeida, y opina así mismo la presidenta de la Comunidad madrileña, la señora Isabel Díaz Ayuso.
Pregunto a quienes niegan que lo que está ocurriendo en Gaza sea un genocidio. ¿Qué es entonces fundamentalmente exigible para admitirlo cómo tal? ¿Es acaso porque el número de muertos no es aún lo suficiente, o sea derivando a una cuestión cuantitativa? Si es así, los gazatíes asesinados hasta ahora entre hombres, mujeres y niños, ya cerca de 70.000, no es número todavía lo bastante para calificarlo de genocidio. ¿Sería, entonces, para ello llegar a 100.000 o acaso 500.000 asesinados? ¿O es necesario alcanzar seis millones, que es la cifra que se dice de judíos asesinados por los nazis durante la II Guerra Mundial y de lo cual salieron las palabras “genocidio” y “holocausto”? ¿O es una mera cuestión cualitativa en atención a la edad, género, religión, etc.?
La diputada del Partido Popular, la señora Cayetana Álvarez de Toledo, ha saltado a la palestra a raíz de esas declaraciones del presidente Pedro Sánchez sobre Gaza, comparándolo a Nicolás Maduro, a la sazón presidente del Gobierno venezolano. Según la señora Álvarez de Toledo, Sánchez utiliza a los niños palestinos como escudos electorales, por lo que, a su juicio, no le importan los derechos humanos, ya que solo le importa el poder. Califica a Sánchez de hipócrita al exigirnos a gritos que llamemos genocidio a la matanza de Gaza; ya que, sin embargo, se niega llamar “dictadura” al régimen presidido por Maduro en Venezuela, quien, según ella, “lleva torturando y matando a ciudadanos inocentes”. ¿Cuántos?, uno se pregunta. Genocidio, ya se ha dicho más arriba, es matar multitudinaria e indiscriminadamente. Sin ser santo de mi devoción el señor Maduro —dicho desde mi humilde punto de vista y todo respeto—, agradecería a la señora Álvarez de Toledo que se mojase en justificar su comparación, para lo cual debe enumerar la cantidad de venezolanos asesinados entre hombres, mujeres y niños durante el régimen de Maduro, como está ocurriendo de manos israelíes con el de Netanyahu en la franja de Gaza. Todas las comparaciones son odiosas. Así se dice y así parece.