07/07/2025
 Actualizado a 07/07/2025
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En pleno siglo XXI se escuchan comentarios acerca de los jóvenes y de las nuevas generaciones que suenan en cierta manera agresivos y hasta ofensivos. Me refiero a comentarios tales como «tú no sabes nada de la vida» o «en mis tiempos no nos dolía tanto todo», que traen consigo hacia los jóvenes que los recibimos, cierta inseguridad ligada a la idea de si realmente valemos o de si seremos capaces de afrontar los retos de la vida, así como, la sensación de frustración, sentimiento que a día de hoy, cada vez es menos soportado socialmente.

Lo llamativo de todo esto, es que según un artículo publicado en GNDIARIO por Katia Navas Hernández el 18 de junio de este mismo año, más de un tercio de los adolescentes reciben comentarios ofensivos por parte de adultos. 

Resulta impactante pensar que ya no solo las personas jóvenes de entre 18 y 30 años, se sienten mal por algunos comentarios provenientes de adultos, sino que además,  también se ven afectadas las personas menores de edad, es decir, adolescentes de entre 11 y 17 años. 

Por ello, deberíamos reflexionar acerca de lo que está sucediendo a nivel social, porque no se debería tratar mal a ninguna persona difrazando una supuesta buena intención con comentarios o actos que llevan una carga de odio y superioridad. 

No olvidemos que ninguna generación es mejor ni peor que otra, cada cual ha tenido sus logros y fracasos, así como, las adversidades y beneficios, en función del momento histórico y gubernamental. 

Sin embargo, lo más interesante de todo esto es que las críticas negativas hacia la juventud llevan existiendo desde hace mucho más tiempo de lo imaginado.

Un ejemplo, es Sócrates que junto a sus pensamientos más conocidos, destaca uno que dice algo así: «Los jóvenes de hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida y le faltan el respeto a sus maestros».

Seguro que a más de una persona le suena, pero posiblemente no por ser dicha por Sócrates (470 a.C-399 a.C), sino porque se sigue diciendo hoy en día, a través de críticas hacia la educación de los niños y niñas, haciéndose comparaciones constantes hacia cómo trataban antes los profesores a sus alumnos y que ahora son más ‘blandos’, exaltando la supuesta falta de ‘mano dura’.

Considero que el odio que recibimos las personas jóvenes es el resultado de décadas donde ha predominado la eterna perpetuación de las críticas más que la mejora continua y el respeto.

Dejando a un lado la edad, ese número que parece que nos define en cualquier etapa de la vida, somos personas, seres humanos y, por tanto, debemos buscar la manera de encontrar un equilibrio que nos una y no nos separe en función de la longevidad que cada uno pueda tener.

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