26/11/2023
 Actualizado a 26/11/2023
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El pasado día 20 se cumplió el 48 aniversario del gimoteo de Arias Navarro: «Españoles, Franco ha muerto». Hasta poco antes de la antesala de su muerte, el dictador fue mostrándose casi como un semidiós rayano en la inmortalidad y ahora redivivo por su ensalzamiento en las manifestaciones antisanchistas. Del Caudillo se cuentan varias gracias. Vaya, pues, alguna de ellas.

Alguien quería regalarle a Franco una tortuga que, sabido es, se trata de un animal muy longevo, y el dictador lo rechazaba de palabra con su aflautada voz: –Gracias, pero no puedo quedármela. Entonces el portador de la tortuga, un pelotas de turno en busca de prebendas, se marchaba apesadumbrado por su fracaso. Ya, a solas, un ayudante de Franco se atrevió a preguntarle el motivo de la renuncia. Y el Generalísimo respondió: –Es que si me quedo con el animalito le tomaré cariño y cuando se muera me dará mucha pena.

En la misma linea de longevidad, está otra gracia, según la cual, a Franco en cama agonizando le viene de la calle un gran griterío al que, dicho sea de paso, estaba muy acostumbrado: ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! Oído el clamor por su «excelencia superlativa», pregunta a los próximos: –¿Qué es eso que ahora se oye en la calle?: –Excelencia, es el pueblo que viene a despedirse. A lo que Franco responde: –¿Y a dónde se van?

Las chanzas de la tortuga y de la manifestación reflejan un estado de ánimo popular en torno a la longevidad de Franco que, como era de esperar, comenzó a aflojarse tras lo sucedido el 24 de diciembre de 1961 cuando Franco sufrió un accidente de caza que le hirió gravemente en una mano. Aquel día, por fin, se tomó cierta conciencia colectiva de que el Generalísimo también era mortal. A raíz de este accidente, Franco «comenzó a pensar en los misterios de la vida» y, como resultado de sus metafísicas reflexiones, planteó seriamente su sucesión para dejar en España «todo atado y bien atado».

Durante los Años del Hambre (1940-50) Franco quiere conocer el estado del país, y pregunta a sus ministros qué reservas hay si se prolonga el periodo negativo: –Alimentos, para 50 años, carbón y petróleo, para 60 y divisas para resistir cuarenta años, le responden. –Pues no estamos tan mal. No sé de qué se quejan los españoles, dice Franco. –No, perdón, su Excelencia lo ha entendido mal. Esas son las reservas que hay para  nosotros y usted.

Tras un consejo de ministros Franco no encuentra su cartera y dice al ministro de la Gobernación que inicie una discreta investigación al respecto entre sus compañeros de gabinete. Al día siguiente la encuentra bajo una mesa y dice al ministro que interrumpa la investigación:  –A la orden, Excelencia, pero ya habían confesado todos.

Franco inauguró una gran cantidad de pantanos y obras hidráulicas proyectadas en su mayoría, por cierto, en tiempos anteriores a su mandato. El hecho de que lo hiciera y apareciera con frecuencia en el noticiario cinematográfico No-Do, en este y otros actos, dio lugar a dos apodos: «Paco, el rana» y «Paco, el hidráulico» por su presunta querencia por el agua. Además de «El galán del No-Do», porque casi siempre salía en el cine. En los años 40 había, incluso, obligación tácita de aplaudir cuando salía.

Un estadounidense charlaba con un franquista, que le hablaba de los logros del régimen. Y éste respondía: –Sí, pero no tienen ustedes libertad. En Estados Unidos cualquier persona puede criticar a Kennedy sin que le pase nada». –¡Pues aquí, igual! ¡Joder! Se puede criticar a Kennedy todo lo que se quiera, le respondió el franquista.

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