05/10/2015
 Actualizado a 11/09/2019
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Por no romper esta tradición que recapitula la liberación del legendario tributo anual de las cien doncellas, ayer tampoco hubo consenso en el debate que intenta aclarar si la ofrenda a la Virgen por esta redención divina que libró a los reyes del abominable impuesto es una obligación o parte de la devoción municipal como agradecimiento del pueblo. Así que de ahora en un año se reanudará la porfía entre oficiales y clérigos a ver si después de cinco siglos hay un entendimiento que ninguna de las partes busca.

Como la ceremonia de Las Cabezadas, la fiesta de Las Cantaderas y su disputa correspondiente me recuerda las veces que me encuentro con gente a la que hago protagonista de un reportaje –por la razón que sea– y es capaz de decirme que le llevé a los papeles «porque es mi obligación». Por no hablar de la media docena de veces que un tipo es capaz de apercibirme por el tamaño de la información que le concierne, incluso después de haber contado líneas y ver que aquel con el que se compara se llevó un trozo mayor de página de periódico.

Entenderá que a veces esto del periodismo se parece a lo del foro u oferta, así que vamos a dejar el tema en la posición más cómoda de las tablas... sin manchar la historia y como la vida misma. Eso sí, si hoy va de romería a La Virgen del Camino y ha de alcanzar algún perdón no se olvide de las avellanas; ni de las rosquillas de San Froilán, que con dulce de por medio es más fácil acercar posturas.
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